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158 CLAUDIO ZUDAIRE HUARTE los matrimonios consanguíneos (40), pero mayor es la exaltación nubial, por lo que la frecuencia se man– tiene en 0.97%; el año 1940, contabiliza un número de bodas que no será superado hasta 1954. Los paren– tescos complejos registrados son: de 6º doble, uno en cada año de 1940, 1955, y 1959; uno de 4º doble en 1942; uno de 5º y 6º en 1958, 1960, y 1963; uno de 3º y 6º en 1962 y uno de 4º y 5º en 1963. T XXXIV. COEFICIENTE DE CONSANGUINIDAD Teniendo presentes las consideraciones vertidas en la primera parte del estudio sobre el concepto y su importancia, apenas resta por añadir algunas conside– raciones pertinentes a la tabla aneja. En ella se agru– pan las poblaciones por su número de habitantes y dentro de cada grupo van seriadas en orden decre– ciente de su frecuencia absoluta. Hase de recordar que no coincide necesariamente con el orden del coe– ficiente, pues para calcular éste se tiene en cuenta la frecuencia de cada uno de los grados de parentesco, y frecuencias absolutas numéricamente idénticas, pue– den diferir mucho en las frecuencias de los grados que las soportan. En la tabla se encuentran múltiples ejemplos donde se puede comprobar la decisiva influencia del grado de parentesco: parroquias con porcentajes idénticos difieren ampliamente en el valor de su coeficiente; cuanto más próximo sea el parentesco de los novios contrayentes, mayor será el ARCIPRESTAZGO Frecuencia absoluta MAESTU 7.3263 LAGUARDIA 5.0292 CUARTANGO 4.9005 LABASTIDA 4.6579 CAMPEZO 4.6234 CIGOITIA 4.2868 VALDEGOVIA 3.6526 ARCENIEGA 3.3128 AYALA 3.2889 VILLARREAL 3.0395 ALEGRIA 2.9392 LA RIBERA 2.8726 SALVATIERRA 2.8210 GAMBOA 2.6163 ARMENTIA 2.3597 ELORRIAGA 1.8306 VITORIA 1.1522 riesgo de que los hijos hereden genes idénticos; y esta realidad es representada numéricamente y generaliza– da para toda la población mediante el coeficiente de consanguinidad. Hemos separado los pueblos en varios grupos, atendiendo a los moradores: en el primero se citan las poblaciones que tienen más de mil habitantes; en el segundo las que se hallan entre los cinco cientos y el millar; en el tercero, las que cuentan entre un ciento y cinco cientos; y finalmente las poblaciones menores. Las parroquias del primer grupo, no presentan fre– cuencias altas, pero no son tan bajas como pudiera esperarse; lo mismo cabe decir de los coeficientes, salvo el de Araya y Elciego. El segundo conjunto ofrece la sorpresa de las altas frecuencias de las siete primeras villas y sus coeficientes, mientras Alegría, Salinas de A, Arceniega y Salvatierra contrastan mar– cadamente por sus bajas cifras. En los dos grupos siguientes se encuentra una gama amplísima de valo– res de frecuencias y coeficientes. No se puede insistir en los más altos, por la escasez de registros matrimo– niales; pero el panorama de las aldeas menores se dibuja con un fuerte tinte de consanguinidad; y aspec– to semejante, quizá un poco diluido, presentan las del tercer grupo. Digno de notarse es el considerable acerbo de parroquias que no aportaron expediente alguno. En esta tabla se muestran los datos de los arci– prestazgos. Coefic. Cons Coef. Cons Coef. Cons global 1918-35 1949-66 2.512 6.593 0.430 1.705 2.144 1.210 2.249 3.125 0.541 1.672 2.119 1.499 1.620 2.320 1.096 1.486 2.694 0.515 1.529 2.457 0.470 1.830 3.711 1.131 1.382 2.519 0.561 1.259 2.409 0.638 1.284 1.607 0.874 1.169 1.774 0.152 1.125 1.489 0.179 1.181 1.992 0.819 0.907 1.736 0.112 0.876 1.517 0.320 0.492 0.748 0.367

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