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156 CLAUDIO ZUDAIRE HUARTE tida, Laguardia, Maestu y Villarreal; por el contrario mantienen dominancia de los P.H. (4º), Arceniega, Ayala, Cuartango, Elorriaga, Gamboa, La Ribera, Salvatierra y Valdegovía; Armentia iguala ambos grupos. Los siete arciprestazgos primeramente cita– dos suman 549 dispensas, de las que pertenecen a P. H. 176 y a P.S. 303; mientras que los otros ocho, adi– cionan 450 expedientes, 223 de P.H. y 171 de P.S. Las frecuencias son 4.58% y 2.97% respectivamente para el primero y segundo conjunto; las diferencias en cuanto a coeficiente de consanguinidad se aminoran considerablemente. T XXXIII. También en el conjunto provincial tiene interés el rumbo que el desarrollo de la pauta matrimonial toma. En la primera parte (1918-35), se numeran 486 dispensas, con una frecuencia de 4.95%, y curiosa– mente la mayor cuantía corresponde a los P.H. con 225, frente a 188 de P.S.; de manera que, aunque en su conjunto, hayamos afirmado que predomina el grado 6º, no lo hace en el primer sector; al evolucio– nar no solo disminuye el número, sino que además se invierte el signo de la consanguinidad. En la parte final (1949-66), se cuentan 271 expedientes, de los cuales 77 son de P.H. y 177 de P.S., siendo el valor de la frecuencia global 2.77%. En los años de la con– tienda bélica se observan las anomalías propias de la situación, siendo el año 1937 el que cuenta menos bodas; y el siguiente, el de menor contaje de consan– guíneos. La recuperación nubial comienza decidida– mente el 39, para destacarse como el trienio de mayor nupcialidad en la provincia el 40-42; en todo el dece– nio 39-48, los novios emparentados también irrum– pen con fuerza; será la década siguiente la que impri– ma un cambio drástico en esta pauta demográfica, acentuado todavía más en la final. Si en la primera parte todos los años, menos uno, muestran valores frecuenciales por encima del 4.00%, en la postrera sólo en dos ocasiones, se supera esta cota, y en otras doce se mantienen por debajo de 3.00%; la causa principal de este declive es el recorte grande que experimentan las bodas de primos hermanos, que tienden a extinción; si la declinación no es más verti– cal débese a la perseverancia y tenacidad que en varios arciprestazgos observa la moda de matrimo– niar los primos segundos. En el análisis de los distri– tos puede comprobarse su diversa cooperación en este capítulo de su demografía. En consecuencia el coeficiente de consanguinidad experimenta una radi– cal mutación. CONSANGUINIDAD EN VITORIA Supuesta a priori, se reconoce fácilmente la dife– rencia del medio rural y urbano en diversos aspectos de sus conductas sociales; la limitación de espacio y medios de comunicación confiere al campo una serie de hábitos sociales, especialmente respecto al ámbito poblacional frecuentado, que difieren totalmente de los usados en la ciudad. Esta es la causa por la que el tema que nos ocupa se estudie en párrafos aparte. Aunque la ciudad inició su crecimiento en época tem– prana, la encontramos en los primeros años de nues– tro estudio relativamente estática; se refleja este movimiento en la cuantía de matrimonios celebrados; se produce, a partir de la postguerra, una considerable aceleración que se incrementará aún más en la déca– da final. Ello influirá eficazmente en el desarrollo de la consanguinidad. Los datos relativos a los matrimo– nios verificados se han recogido en las siguientes parroquias: Santa María, S. Miguel, S. Pedro, S. Cris– tóbal (1936), Nra. Sra. de los Angeles (1960), Coro– nación de Ntra. Señora (1960), S. Ignacio (1960), Ntra Sra. de los Desamparados (1962) y S. Juan Bau– tista (1966) El número de expedientes se eleva a 235, de los que 7 son de T.S., 111 de P.H., 25 de t.s. y 92 de P.S. Y el total de matrimonios asentados en las parroquias de Vitoria son 20396, menos que en el resto de la Provincia. Las frecuencias son: 1.15%, la global; 0.03% la de T.S., 0.54% la de P.H., 0.12% la de t.s. y 0.45% la de P.S. Como puede apreciarse difiere del resto de la Provincia en cuanto a la orien– tación de la consanguinidad: en la capital es mayor el número de P.H. que cualquiera de las otras modalida– des y en la Provincia, por el contrario, predominan los enlaces de P.S. En conjunto, es la zona de menos consanguinidad, por debajo incluso de Elorriaga, que es el arciprestazgo rural de menor cuota. Es casi insignificante la presencia de bodas de T.S. y no muy importante la de t.s. En la evolución de esta pauta social, se observan notas radicalmente diferenciales respecto de la Provincia. Durante el primer lapso (1918-35) sólamente en 1930 encontramos un valor superior a 3.32%; en tres fechas no se llega a 3.00% y en ocho, no se alcanza el 2.00%; no hay ningún año totalmente libre, pero sí hay seis en que no se llega a 1.00%. En el último sector (1949-66) aparecen dos años que no registran expediente alguno; tan solo en uno se supera el 2.20%, no se alcanza el 2.00% en siete ocasiones y en otras ocho, ni el 1.00% ; en este decrecimiento juega un papel decisivo la expansión de enlaces. En efecto, 81 fueron de novios emparen– tados en la primera parte, y 103 en la última; se incre– mentan las bodas consanguíneas, pero mucho más las panmícticas, por ello si la frecuencia fue de 1.61% al comienzo, quedó en 0.96% en el tramo final. Ahora bien, las dispensas de P.H. se reducen de 46 a 39, mientras que las de P.S. suben de 25 a 49, fenómeno ya observado en algunos arciprestazgos; evidente– mente hay, en la población, menor resistencia a matri– moniar los parientes de 6º que los de 4º. En el dece– nio postbélico (1939-48), se produce un resurgir de

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