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CLAUDIO ZUDAIRE Los fallecidos en 1788 a, 1841 distribuidos por edades son: años [edad] 11-20 21-30 31-40 41-50 51-60 61-70 71-80 81... fallecidos 82 129 136 142 179 307 280 117 En total con más de 50 años 883, con menos, 489; a estos hay que adicionar todos los niños que no lograron los 1O años, ya citados. El número total de fene– cidos es de 2.189, y el índice de Swaroop quedaría en 40,34, bastante lejos del ideal. Como la razón de nacidos a difuntos es casi idéntica en ambos períodos, no parece abusivo dar por seguro que en el siglo XVII este parámetro no era más optimista. Mortandad y recuperación Años especialmente luctuosos fueron 1671 y 1679 que contabilizaron más de 50 fallecimientos (recuérdese que por término eran 21), 1658, 1694, 1699 y 1701 más de 40. En la primera mitad sólo en 4 ocasiones se superó la cifra de 30 defunciones: 1626, 1630, 1634 y 1651. Con todo los números estremecedores se produjeras a fines del XVII y prin– cipios del XIX. En el trienio 1793-95, son 229 los feqecidos, recuperándose la población en los años siguientes. En 1805 se elevan a 60 y en 1813 la escalada de la epidemia se lleva a 224, a los que se suman otros 72 al año siguiente. Muy virulen– ta debió ser la enfermedad que produjo semejante hecatombe, la desaparición de la sexta parte del vecindario en dos años. La epidemia se cebó durante seis meses: agosto numeró 28 muertos, septiembre 66, octubre 54, noviembre 30, diciem– bre 19. Hay días especialmente negros como el 12 y el 27 de septiembre con cin– co sepelios en cada uno. La suerte de los niños corre pareja con los adultos: en 1813 fallecen 87 menores de 4 años, que adicionados a los 57 de los 3 años ante– riores, suman 144, es decir la mitad de los nacidos en los 4 últimos años. Dos son las formas de recuperarse la población: disminución de muertes en los años siguientes y aumento de nacimientos. Después del trienio 1793-95, si– gue una tregua relativa, pues en los ocho años siguientes no se llegó a la cifra de muertos del trienio. En los 16 años que siguieron al bienio 13-14 sólo en dos oca– siones se alcanzó la media de defunciones, siendo muy inferior el número de fa– llecidos en los otros 14, con un mínium de 18 en 1818. Acumulando los datos por decenios se obtiene una curva de crestas alternando con senos profundos. El incremento de nacimientos no se produce con fuerza; al menos con la in– mediatez que, a veces, se presume. Después de la primera mortandad, se necesi– tan casi diez años para que se consiga un aumento sostenido de nacimientos, al– canzando la cúspide en 1813, 92 bautismos, precisamente el año de la gran heca- 418 [10]

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