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CLAUDIO ZUDAIRE HUARTE Guido Baldo Fulgencio Italiano de origen, se avecindó en Ablitas, construyó un órgano en Mi– lagro y otro en Valtierra, adrezó uno pequeño y otro grande en Ujué y ter– minó sus días en el Monasterio de Iranzu (Navarra), en 1644. Pedro Calahorra dice de este organero: «Esta ausencia (de Guillaume de Lupe) y la posible urgencia del reparo pudo determinar el que el 27 de agosto de 1608 se pagase a Guido Baldo, italiano por unos reparos que hizo en el órgano, que por relación de Aguilera constó ser necesarios, 43 reales, esto es, 4 libras 6 sueldos, según relación de los Libros de Fábrica». 117 No se tienen muchas noticias de este italiano afincado por estas tierras. El órgano que hizo para Milagro era un «quarto de organo» cuya base lo constituye el flautado de seys palmos y medio y que en este caso se dice «de siete palmos»; tiene una octava, quincena veintedosena, dulzaynas, ca– musadico, ruiseñor y atambor; la caja la hace la iglesia por su cuenta; el precio se fija en 160 ducados, y el tiempo para hacerlo «todo el mes de agosto del año de mil seysºs catorce». 118 Se comprometió a la asistencia del órgano durante dos años; la villa se reservaba el derecho de inspección mediante perito y en caso de no ser aceptable, Guido tendría que repararlo a su costa. Los 160 ducados «de buena moneda corriente y pasante en su reyno» se entregarán «desta manera, la mitad de los dhos ciento y sesenta ducados para el día que assi pusiese en su lugar el dho organo y la otra mitad para de alla en un año, sin otro plazo... y adbierten que aunque es assi que el dho Sr Vicario general en su dha probision dice que despues de acabado el dho organo se haga tassar conforme a las constituciones sinodales <leste obis– pado les aparecido mejor y mas varato de esta forma que no a tassacion». Guido no concluyó el órgano según la letra del contrato y omitió poner las dulzainas y «otras mesturas». En 1634, veinte años después, el procura– dor del organero alega que él lo entregó a su tiempo, que durante todo este lapso lo han utilizado sin que hayan protestado los organistas, y si ahota está mal «es por el mal tratamiento que le an hecho los organistas que an tañido y para que eche deber por lo que mi parte dexo de acabar, no a teni– do ni tiene daño alguno, es prueba concluyente en no haber tratado de que lo hiciese en estos beynte años porque asser necesario lo hubieran pedido los organistas luego que lo entregó». 119 No le faltaba lógica a Baldo Fulgencio y razonaba así para explicar por qué «no puso las mesturas»: «las dichas dos mesturas que faltan son para orga– no de Yglessias cathedrales en que suele hauer grandes maestros de tañer y 546 117 Pedro CALAHORRA, obra citada, p. 162. 118 ADP C/ 351, núm. 11, fol. 2. 119 Ibídem, fol. 22. [40]

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