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CLAunrn ZunAIRE HuARTE y juntos se presentaron a Jacinto del Río, organero que estaba trabajando en el órgano de la iglesia del Crucifijo de esta villa. 60 Del Río le ofreció «un oficial muy perito de aragon para que lo hiciese y parase y que mi parte (del Río) con sus oficiales haría las flautas y pornía el material por aberle dicho no se allaba con caudal para ello el dho baquedano». 61 Este, muy apretado por la situación, «ofreció de pagarle todo y al oficial que le hiciese la mitad de lo que se tasase el organo», y aún más después de haber «tratado muchos conciertos quedaron en que tassado el dicho organo, fuesse pagado del primer dinero el dicho Jacinto del Rio, del estaño y obra ... ». 62 Se hizo la obra, se asentó y se tasó y Baquedano comenzó a cobrar una libranza por el precio del primitivo órgano. El oficial de Aragón, cuyo nom– bre lamentablemente no se da, ni cobraba, ni tenía trabajo ni podía volver a su tierra; pidió su salario a del Río que le dio 400 reales a cuenta. Como el de Lerín no daba los mil quinientos reales que valía la obra y los mate– riales, ni la parte del oficial, Del Río exigió por vía judicial el pago corres– pondiente «porque no sera justo que quede con este daño y perdida siendo mi parte el primcipal interesado pues si no fuera por el, no se hiciera el organo ni la Yglesia le tubiera ni el baquedano se aprobechara de cossa alguna» 63 rogando al mismo tiempo se embargasen las rentas de la iglesia para que no puedan hacer más entregas a Baquedano, hasta que éste declare con juramento ante escribano la veracidad de estos hechos. Fueron a buscar– lo a Lerin a una ermita «donde estaua retirado por hauer quebrantado las carceles de lerin a donde estaba presso» y no lo encontraron porque «se a ausentado a reyno estraño y no se saue donde esta». 64 Al obrar así Jacinto del Río descubrió su participación en la hechura del órgano y también la presunta falta de honestidad al tasarlo «siendo como el mismo confiesa parte formal ynteresada en la dicha obra procediendo en esto con poca legalidad». Hoy nos resulta un poco extraño entender que los de Obanos no se enterasen de todo el amaño, estando ambas villas muy próximas. Cuando reaccionan los primicieros de Obanos, Baquedano había cobra– do ya el precio del primer órgano; un primiciero quiso retener los últimos 900 reales porque no estaba el órgano colocado en su lugar definitivo y fal– taba algún detalle por rematar, como se dice en la misma tasación, pero no lo hizo, y los cobró un vecino de Obanos en nombre de otro vecino de Lerin 528 60 ADP C! 615, núm. 22, fol. 35. 61 Ibídem, fol. 29. 62 Ibídem, fol. 35. 63 Ibídem, fol. 29. 64 Ibídem, fol. 31. [22]

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