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228 CLAUDIO ZUDAIRE HUARTE En las publicaciones precedentes habíamos abordado el tema de la consanguinidad en alguna parcela de la Provincia de Vizcaya y limítrofes, juzgadas a priori como interesantes por el contraste fisiográfico y su comporta– miento endogámico supuestamente vario. Estos fragmen– tos sirven de prólogo a este artículo que abarca toda la Provincia de Vizcaya y su capital, Bilbao. Cuantos hayan gozado de la oportunidad de platicar con sujetos de distintos estamentos sociales habrán podi– do percibir las apreciaciones que sobre los problemas creados por la repetida consanguinidad en tal o cual po– blación emiten los espontáneos observadores, vertidas, a veces, a un lenguaje poco técnico pero elocuente. Este análisis que presentamos ofrece una base técnica que re– valide o invalide tales estimaciones. Por razones obvias, el trabajo presenta tres secciones: la Provincia, en conjunto, los arciprestazgos y la Capital. En la primera, examinamos el fenómeno tomando a la Provincia como unidad; en la segunda los diversos arci– prestazgos en que se dividió la Provincia tradicionalmen– te hasta la creación de nuevas diócesis; y en la tercera, la capital Bilbao; consideraciones adyacentes completarán el panorama. Aunque la Provincia, como división territo– rial, no constituya un coto para cualquier problema bio– lógico, puede servirnos de marco para este estudio y en– cajar de alguna manera los datos estadísticos y sus análi– sis. El inconveniente de asumir como unidades los arci– prestazgos no se hubiera solventado mejor cimentándo– nos en otras divisiones; por otra parte, este módulo es aceptable y se adapta a la configuración paisajística con relativa precisión. Añádase a esto que las fuentes de in– vestigación han sido los registros eclesiásticos. Bilbao queda fuera del capítulo, pues el medio urbano puede imprimir connotaciones típicas al tema. El periodo tratado comprende del año 1918 al 1966, ambos inclusive. Además de las razones prácticas naci– das de las circunstancias de la adquisición de datos, nos induce a cerrar el estudio la demografía de Vizcaya, muy cambiante ya en esta época por el desmesurado creci– miento de algunas áreas y por la importancia de la inmi– gración que deforma y transforma las observaciones; por otra parte, el período es suficiente para implicar dos ge– neraciones. Ajeno al problema, pero de radical influencia sobre él, es el hecho de la guerra civil, que señala el cambio en la pauta endogámica. Los apuntes numerosos de los años anteriores al 18, complementan las inferen– cias. Grados de consanguinidad y fuentes Los grados que se incluyen en estas pagmas son los que por ley eclesiástica requerían dispensa y por tanto quedaban ínscritos: matrimonio entre tío (a) y sobrina (o), entre primos hermanos, entre primos segundos, y en– tre primos de grado desigual, es decir con la hija(o) del primo hermano: Los designamos en el texto y en las ta– blas como sigue: T.S. ó 3. 0 , P.H. ó 4. 0 , P.S. ó 6. 0 y t.s. ó 5.º; (la numeración es la conocida como del derecho ger– mánico, no la del romano). En los años precedentes al Código de Derecho Canónico (1918) se registraban tam– bién otros parentescos más alejados. Existen casos de en– tronque múltiple, vgr. primos por línea paterna y mater– na, pero no son frecuentes y se anotarán en su lugar. En las tablas alteramos un poco el orden lógico y enfrenta– mos los matrimonios P.H. y los P.S. por ser los más fre– cuentes y los que marcan el estilo de emparentamiento. Las fuentes de donde hemos extraído los datos son: El Registro General de la Agencia Preces (1925-46 y 1946- 80); el Registro General de la Vicaría, turno I, libro II (1901-32) del obispado de Vitoria; en el primero de di– chos registros se consignan todos los oficios, concesiones, dispensas varias, privilegios, certificaciones, etc. que se tramitan vía nunciatura; entre estas múltiples anotacio– nes se insertan las dispensas de parentesco para contraer matrimonio, con indicación de nombres y apellidos de los contrayentes, grado de parentesco de los mismos, y parroquia a que pertenecen, por orden cronológico de entrada. A partir del año 56, las fuentes han sido los car– tapacios, acumulados año por año, en el Archivo de la Diocesis de Bilbao, donde entre otros se encuentran los expedientes matrimoniales y por tanto las dipenasas, (1). El dato comparativo necesario para determinar la fre– cuencia de consanguíneos, es el número total de matri– monios (T.M. en nuestras tablas), y lo obtuvimos gracias a la amabilidad de párrocos y ecónomos de los diversos puntos en el 90% del total, y el resto revisando los extrac– tos remitidos al obispado y los libros in situ. La costum– bre de celebrar las nupcias en santuarios o iglesias dis– tintas a la de los contrayentes nos ha impulsado a inten– tar otra precisión: repasar los libros de los centros más frecuentados, Begoña, Urquiola, Lezo y otros, entresacan– do todos aquellos matrimonios a su respectiva parroquia; de la lectura de más de cuarente mil partidas, más de diez mil han engrosado las cifras de muchas poblacio– nes. Si bien esta fidelidad no altera considerablemente el resultado final a nivel de Provincia, sí lo hace en el de poblaciones e incluso arcipestazgos. En las diversas tablas ofrecidas en el artículo, además de las sumas diversas, se presentan las frecuencias de matrimonios consanguíneos, en tantos por ciento, prime– ramente la frecuencia total de bodas entre parientes y en las siguientes columnas dispuestas por grados, 3. 0 , 4. 0 , 6. 0 y 5.º; ya hemos indicado antes la razón de este órden. Además se incluye la distribución de frecuencias a lo lar– go del período estudiado, por años, para facilitar el en– tendimiento de la evolución de la consanguinidad, si ocurre. La simple inspección de números, da en primera aproximación idea de este punto, pero matemáticamente existe una expresión que es el coeficiente de regresión, cuyo valor muestra el decrecimiento (si es negativo) o el (1) Agradezco vivamente al limo Sr. Dn. Felipe Beitia, canciller secretario de la Diócesis de Vitoria, Dn. Julio Martin Zubilla– ga en el Registro General, Dn. Isidro Ortiz en el obispado de Bilbao y a los párrocos de Begoña, Urquiola y Lezo por las facilidades y ¡_¡tenciones que me dispensaron durante mis in– vestigaciones, y a todos los párrocos que remitieron sus da– tos.
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