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LA CONSANGUINIDAD EN VIZCAYA Y SU CAPITAL DE 1918 A 1966 239 PH de doble en Santurcie (1964). De los 14 núcleos men– cionados, dos tienen una frecuencia muy elevada, Mus– ques (12,30%) y Ciérvana (9,88%); Pobeña (3,37%) y El Regato (2,88%) exceden lla media zonal y provincial; las otras diez se sitúan por debajo de la media de la Provin– cia, Baracaldo con 2,05%, y las nueve restantes sin alcan– zar este valor; distínguense Ortuella y Somorrostro que no llegan al 1 %. La pequeña parroquia de Santa Juliana de Musques, unida a Somorrostro, no sería tan enigmáti– ca y su cuota sería normal. En Baracaldo podía presa– giarse menor porcentaje, tal vez la migración interior y exterior ha provocado la convocatoria de allegados. Sien– do el índice global bajo, Gallarta, Ortuella, Portugalete, La Arboleda, San Salvador, Santurce y Sestao aún tiran hacia abajo. Evidentemente este arciprestazgo modera en considerable medida el resultado de toda la Provincia. Partiendo de valores poco importantes, tiende a empe– queñecerlos: frente a las 221 dispensas de la primera ge– neración, presenta 196 en la última, desnivel menos es– pectacular que en otros distritos; ahora bien, el engrosar la media de nupcias anuales de 500 a 900, los porcentajes se transforman de 2,35% a 1,50% al final. Es la zona cu– yos valores a lo largo de todos los 49 años se mantienen más bajos. A la declinación coadyuvan los PH y los TS; se sigue aferrado a los enlaces de PS y ts que tienden a crecer en cifras absolutas, razón por la que la consangui– nidad es de tipo "B" en los últimos decenios y el retroce– so, lento. El impulso de recuperación que se exhibe in– tenso entre los deudos casaderos (49 bodas en el trienio 39-41) es igualmente poderoso en todo el vecindario, recredido por la inmigración. Abandonan los enlaces emparentados, en 1946, El Regato, en 1955 Pobeña, en 1957 La Arboleda; San Salvador solo anota tres partidas desde el 49; Sestao y Portugalete menguan considerable– mente su cuenta, y un poco menos los Abanto, Ciérvana, Musques y Ortuella; el resto apenas modifica sus hábi– tos; Baracaldo cuenta más dispensas en los últimos dece– nios, teniendo mucho que ver con ello la inmigración. Nótese que la merma se produce, sobre todo, en aquellas parroquias cuya cota es más elevada. No difería mucho la conducta en los años precedentes que apuntan 80 re– gistros en siete. El coeficiente de regresión byx = -0,0377, nos da la medida homogénea de la disminución equivalente a 0,0377% al año, crédito no muy crecido por partir de po– siciones poco levantadas, aunque fijamente mantenidas hasta los años treinta. De todo lo expuesto fácilmente se adivina que el coeficiente de consanguinidad es el más exiguo, muy inferior al provincial. Epítome Las tres últimas tablas dan pie para las reflexiones conclusivas. En la primera, los arciprestazgos se sistema– tizan de acuerdo con la suma total de matrimonios; en la segunda, sobre la base del coeficiente de consanguinidad; la tercera -más minuciQsa- agrupa no los distritos sino los vecindarios. Se advierte, ante todo, cómo no concuerda el ordena– miento por magnitud con el cimentado en los porcenta– jes: Munguia precede, en este segundo supuesto, a Mar– quina y Lequeitio; Guernica antecede a Villaro, Ceberio y Bermeo, de manera que la disposición de los arcipres– tazgos según este criterio, es la siguiente: Carranza, Mun– guia, Lequeitio, Marquina, Guernica, Villaro, Durango, Ceberio, Bermeo, Valmaseda, Algorta y Portugalete. En los párrafos dedicados a cada demarcación, puede repa– sar el lector, las observaciones pertinentes a cada una de ellas. Las dos zonas más populosas pesan decisoriamente en los valores medios de la Provincia; téngase presente que en ellas se han oficiado más de la mitad de los matrimo– nios, y tanto monta este detalle que, excluídas éstas, las restantes alcanzan un porcentaje bastante más alto (3,76%); no es impertinente esta reflexión, medítese qué vasto territorio provincial ha estado inmerso en intensi– dad consanguínea, más que notable: salvando las pobla– ciones que, en cada comarca, son excepción, la mitad de la población ha vivido una fuerte endogamia, más inten– sa aún en la primera parte. Los modelos de consanguinidad son diferentes: en ocho circunscripciones se prefieren los enlaces de P.H., y en cuatro, los de P.S.; éstas últimas son Lequeitio, Mar– quina, Munguia y Ceberio, en orden decreciente, siendo en Ceberio casi desdeñable el predominio de los P.S. Las que privilegiaron los enlaces de P.H. (tipo "A'') truecan su pauta, menguando, a veces tajantemente, el número de enlaces de P.H. al punto de invertir el modelo. Aun careciendo de relieve, en general, las uniones de 3. 0 (T.S.) descuellan por su valor relativo en Carranza, Lequeitio, Munguia y Bermeo; y por opuesta razón resal– tan en Villaro, con un solo registro en 49 años. Similar ponderación puede hacerse respecto del 5. 0 (t.s.): Mun– guia, Carranza, Lequeitio menudearon estas bodas y, en cambio, las recortaron Portugalete, Villaro y Algorta. Carranza se diversifica por la parvedad de sus apiña– mientos y por el lento retroceso de la consanguinidad; en este capítulo, se le emparejan Munguia -quizá el más persistente-, Ceberio y Guernica. Antagónico fué el comportamiento de Lequeitio, Marquina y Bermeo (el más llamativo por no haberse apoyado en aumento de nupcias): cercenaron con decisión, a partir de la década de los cuarenta, el reemparentamiento conyugal, aunque, alguna vez, por ejemplo en Lequeitio, rebroten con cierto ímpetu las parejas emparentadas. Durango fué un tanto remisa en adherirse al cambio, pero lo hizo después con eficacia, lo mismo que Algorta. Villaro despunta porque casi todos sus expedientes son de PH y PS (154 entre 166); Algorta, Portugalete y Bermeo se despegan en cuan– to que los PH adicionan más que los otros tres grados; en la mayoría, los PS y ts se mantienen e incluso suben, a lo largo de los 49 años, con la salvedad de Valmaseda y Algorta. No siempre coincide dimensión exigua de la villa con elevada densidad endogámica. En los distritos de más alta frecuencia existe alguna población donde la consanguinidad es módica o nula, y en los de más baja surge siempre alguna excepción: en cada área se diferen– cian sub-populaciones.

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