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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL La respuesta me proporciona el hecho de que podría tratarse de un se– ñorío; nos retrotraemos a siglos pasados. La familia, dueña y señora de todo, incluido el templo con su pila bautismal y cementerio propios, aun sin ser parroquia, gozaba de una independencia de vida bastante grande del centro parroquial más próximo, debido a su distancia. Se trataba de familias que poseían una forma de vida culturalmente alta para su tiempo; disponían de colonos que cultivaban sus campos y cuidaban de sus ganados y ellos administraban las posesiones dando vida y alegría al complejo señorial. No era necesario tener títulos de nobleza para ello (aun– que también 'señor' era uno de estos títulos). A esto hay que añadir que resultaba muy sencillo disponer de algún cape– llán que atendiese directamente el aspecto religioso del poblado, porque en aquella época eran muchos los varones que recibían las órdenes sacerdotales sin carrera o estudios demasiado complejos: se les llamaba dómines de misa y olla. He tenido la suerte de haber podido revisar con alguna detención restos del archivo familiar de la familia Borda de Maya de Baztán, ya citada 7 ; en él encontré varios ofrecimientos de sacerdotes de este nivel cultural, clerical, que pedían al señor Borda que les admitiese como capellanes de su casa; el señor Borda no era dueño de una iglesia de carácter semiparroquial, por resi– dir a muy corta distancia de la iglesia parroquial de la villa, pero consiguió permiso para construir una espaciosa capilla en las cercanías de su palacio, dedicada a la Virgen del Pilar, todavía existente. Y se le concedieron los per– misos desde la curia diocesana de Pamplona, confiriéndole el título de "ora– torio semipúblico", no "privado" (capilla merelega, añade la concesión, por– que la provisión de un sacerdote para su servicio corría por cuenta exclusiva del dueño de la misma)ª. A pesar de todo esto, cualquier persona podía asistir en él a los divinos oficios, principalmente a la Santa Misa, en los domingos y "fiestas de guar– dar". (Se trataba de un oratorio semipúblico). En los ritos o ceremonias previos a la admisión de alguien al sacerdocio debe constar, aún hoy, la seguridad de su futuro económico (ordenación a tí– tulo de... ) 9 , señalan las rúbricas; estos sacerdotes, provenientes de familias nu– merosas y segundones o posteriores en el orden de descendencia familiar, e incluso hijos naturales de los mismos señores o de otros, no veían otra salida en vistas al futuro, que la ordenación sacerdotal y se amparaban en estos se– ñoríos que disponían de medios para mantener a su capellán. (¡Vocaciones!). En este entresijo y mezcla de piedad humana y devoción religiosa se movían en aquella sociedad nuestros antepasados; me refiero a estos lugares o señoríos de Muniáin de Arce, Zay y otros: centros semiparroquiales o ads– critos a otras parroquias, con un capellán que atendía la vida religiosa del grupo allí existente e incluso, como en el caso de los Borda, hacían de admi- 7 La familia Borda se caracterizó por su actividad comercial, incluso de ultramar; pa– rece que no fue lo suficientemente importante como comerciante, porque no es citada en la reciente publicación Comercio y comerciantes en la Navarra del siglo XVJII, de Ana M. Azcona Guerra, Gobierno de Navarra, Pamplona (1996), 625 p. 8 Archivo familia Borda (Baztán). 9 GAVANTO, Bartolomé, Enchiridion seu Manvale Episcoporvm in duas partes divi– sum. Pras Prima. Hier. Delagarde, Lugduni, 1652, 254 p. v.p. 197 s. 210 (4]

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