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HORAS ROMANAS EN ROMANCE DE MUNIÁIN DEARCE Es un verso que algún amanuense o copista añadió por su cuenta al tex– to del salmo; no aparece en ninguna de las muchas biblias consultadas. El salmo 50, tan conocido de cualquier cofrade de alguna procesión de Semana Santa, es el salmo Miserere. Su texto arcaico no presenta ninguna di– ficultad; en caso necesario, véase el Glosario. No obstante, no puedo dejar pasar la ocasión que se me ofrece de reco– ger aquí un dicho de Tierra Estella, procedente del oficio de tinieblas que an– tiguamente se celebraba en nuestras parroquias en Semana Santa. Después de todos los cantos y rezos, y del apagado de todas las velas rojas colocadas en un ostensorio triangular, quedaba una blanca en lo más alto del triángulo; cuando el sacristán se escondía con la vela blanca encendida, coincidiendo con el final del último verso del miserere, tune imponent super altare tuum ví– tulos, comenzaba un ruido ensordecedor, procedente de cualquier objeto contundente que estuviese a mano del presente a la ceremonia; cuando rea– parecía la tenue luz de la vela blanca, enmudecían todos; de aquí el dicho: Metes más ruido que un vitulos 8 • En el verso cuarto del salmo 1O1, leemos con el salmista: "Ca desfallescieron los mis días assi como feno y secaronse los mis huesos assi como chicharran". En otras versiones y en la misma Vulgata se lee fumus (humo) en vez de heno. Pero lo interesante de este verso está en la última palabra: "chicha– rrón". Corominas y García de Diego nos completan la explicación. Chicharrón es el residuo que queda de las pellas de cerdo cespués de derretida la manteca. La palabra chicharrón pertenece al castellano antiguo; aparece ya en el siglo XIII. Procede de la raíz onomatopéyica "chic-" imitadora del ruido del chicharrón al freírse, común al castellano con el vasco, el gascón pirenaico y el italiano. Se puede tener en cuenta también que, así como antes el amanuense o copista añadió un verso, aquí lo suprimió. No es necesario reproducirlo. En el verso dieciocho: "Ca el señor acato de su alta morada y el señor ataleo del cielo a la tierra''. La Biblia Española traduce: "que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cie– lo se ha fijado en la tierra". No se puede negar que la palabra "ataleó" nos llama la atenc~ón y nos produce sensación de agrado. Es una palabra del castellano antiguo, proce– dente del verbo atalayar que a su vez procede del árabe atalai (centinelas). 98 Agradezco a José Serafín Arbizu, natural de Oco, en las proximidades de Estella (Navarra), esta información no recogida por José María Iribarren. (45] 251
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