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HORAS ROMANAS EN ROMANCE DE MUNIÁIN DEARCE Pocos comentarios tengo que añadir para la recta comprensión de estos pequeños himnos; en todo caso, el Glosario resuelve el problema que pueda presentar alguna de las dicciones arcaicas que se utilizan en ellos. En los días en que yo preparaba estas páginas, se hallaba en San Millán de Suso un grupo de hispanistas, conmemorando la aparición escrita del ro– mance castellano. "En una esquina de la Comunidad de La Rioja, entre espesos bosques y pródigos valles, nació un idioma". Así se explicaba un periodista 92 • Allí no nació el idioma, allí alguien plasmó por vez primera sobre per– gamino palabras de un latín descompuesto ya, en el bregar de siglos, entre tantos pueblos con los que tuvo que convivir, y de tan diferentes formas cul– turales y lingüísticas 93 • Este casi tartamudeo inicial evolucionaría con el tiempo, hasta formar hoy un inmenso mundo de más de 300 millones de habitantes que hacen ha– bitualmente uso de él, denominándolo castellano o español, como se desee 9 4. Razón tuvo el humanista Nebrija 95 cuando, en el prólogo de su razona– miento lingüístico o gramática, daba razón del esfuerzo que había hecho en concebir y dar a luz la primera gramática de un idioma romance procedente como tantos otros, básicamente del latín. "El castellano inauguró su luminosa tradición literaria en el siglo X, con una oración", nos dice el citado periodista, que a su vez tuvo la certera ama– bilidad de publicar cuatro versos de la misma: "Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno get ena honore e qual dueno tienet ela mandatione, cono Patre, cono Spiritu Sancto enos sieculos delo sieculos Facanos Deus omnipotens tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudiosos segamus. Amén" 96 • 92 GARCÍA, Pío Manuel, San Millán... y el verbo se hizo piedra, en El Semanal, 4 de mayo de 1997, pp. 56-60. 93 ALONSO, Martín, Ciencia del lenguaje y arte del estilo, Madrid, Aguilar, 1947. Se lee en su Introducción, p. XXIV: El lenguaje griego nació con el misterio de la sonrisa arcaica y creció con el destino supranacional de la precisión dialéctica. El latín alboreó er_ el medite– rráneo con la ambición imperial de la fórmula jurídica y colonizadora. El castellano ensan– chó su alcaldía y condado a la Península primero, más allá de las orillas del Plata después, con predestinación espiritual mucho más ecuménica que el sueño grecolatino. 94 Ver nota l". '> 5 NEBRIJA, Antonio de, (Elio Antonio Martínez de Cala) ... tratado de gramatica sobre la kngua castellana, Salamanca, 1492, 68 hojas de 34 líneas. He tenido en mis manos una edición moderna, preparada por Pascual Galindo y Luis Ortiz en 1946, pero he utilizado, por su fácil lectura, la edición contrahecha realizada entre 1744 y 1747 por el ccnde de Sa– ceda. En uno de los puntos del prólogo a que me he referido, nos dice Nebrija que escribió esta gramática "pensando también en los vizcaínos, navarros, franceses, italianos y todos los otros que tienen algún trato o conversación con España", y añade: "...siempre la lengua fue compañera del imperio". 96 He seguido el texto publicado por Gómez Moreno y reproducido en Historia de fa literaturd española, por J. Hurtado y J. de La Serna... , Madrid, Saeta, 1943, 1.144 p. Ver p. 45. Debido a esto aparecen seis en vez de cuatro versos. [43] 249
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