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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL que utilizaban los sacerdotes y clérigos del rito romano. En total se propo– nen para todo el oficio de Nuestra Señora treinta y siete salmos con sus co– rrespondientes antífonas, lecturas, etc... , "según el rito romano"; como apén– dice se propone al final el rezo de los siete salmos penitenciales antepuestos a las letanías de los santos con su cúmulo de peticiones previstas como necesa– rias para la vida de la Iglesia. Se añaden cuatro cánticos entresacados de la Sagrada Escritura y nume– rosos himnos y consideraciones inspirados en la misma, pero sin pertenecer a ella. Ninguno de los salmos lleva numeración alguna, ni romana ni arábiga y los títulos de los mismos se señalan en latín, con aparente timidez, ocupando lugares estrechos, verdaderos rincones del final del salmo anterior. Se repiten tres salmos, los que hacen los números 121, 126 y 129 del sal– terio, pero hay que advertir que en ninguno de los casos se presenta el mis– mo texto en 'romance-castellano', sino que el autor preparó nueva traduc– ción, eso sí, con pequeñas variaciones entre ellos. Paralelamente al desarrollo del rosario de Santo Domingo, apareció otra devoción mariana que también lleva el nombre de santo rosario, pero no es de 150 avemarías, sino de 74; se le conoce como rosario franciscano de las alegrías de María Santísima a lo largo de su vida; son siete grupos de a diez avemarías cada uno, encabezados con una de las alegrías de María en su vi– da; ¡no todo iba a ser dolor! No llegan a coincidir con las siete ilustraciones con que se encabezan las siete primeras partes de Las horas de nuestra Señora, pero se aproximan mucho a ello. La última ilustración correspondiente a Completas pertenece ya a una de las alegrías del cielo. Solían añadir cuatro avemarías más al final de la corona o rosario, por– que según la tradición, fueron 74 los años que María vivió en la tierra 54 • l. Maitines Se inician todas las horas de forma parecida a la actual, pero en este Li– bro de Horas, se hace uso de esa construcción gramatical ingenua y sencilla, propia de la infancia de un idioma; en nuestro caso, nuestro "romance caste– llano"; proporciona fervor, candor y alegría a la oración 55 • Señor abriras la mi boca: y la mi lengua denunciara el tu loor. Señor dios entiende en la mi aiuda. Señor non tardes en me aiudar. Gloria sea al padre y al fiio y al spiritu sancto. Assi como era en el comienzo y es agora y sera siempre por todos los si– glos de los siglos. Amen. Alleluya. s1i Este tema está ampliamente desarrollado por el padre Lenoble a lo largo de su obra ya citada. 55 Para el significado y origen de las palabras propias del Oficio Divino: Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, puede verse la obra citada de A. Ma GUBIANAS: Introducción. 228 (22]

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