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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL siquiera desde la Santa Sede, la comunión frecuente e incluso diaria. Fue San Pío X el que dio este espaldarazo de nobleza cristiana a todos los que querían vivir de cerca la vida sacramental eucarística, con su encíclica Sacra Tridenti– na Synodus del 20 de diciembre de 1905. Este mismo Santo Padre fue quien permitió a los niños "hacer" su primera comunión al llegar a su madurez, considerada en torno a los siete años, (Quam singularis), del mismo año. No nos extrañe, pues, que en un devocionario sencillo de la época de Ignacio de Loyola, no se recalquen formas de vida religiosa hoy aceptadas como normales en la práctica de la vida cristiana. Se desarrolla este tema a través de quince páginas, terminando con la rúbrica del inicio del verdadero tema del Devocionario: Aqui comieman las horas / de nuestea (sic) señora santa maria segund la orden romana. Las horas de nuestra Señora Se trata de las páginas preparadas con mayor cariño, detalle e incluso lujo, porque al principio de cada una de las horas del oficio divino de la Vir– gen se imprimieron diversos grabados, probablemente en madera, referentes a hechos de la vida de María: Anunciación, Visitación, Nacimiento de jesús en Belén, Anuncio del Nacimiento a los pastores, los Reyes Magos, la Presentación en el templo, la Huida a Egipto, y la Coronación de María, ocupando toda la página 50 • Quedan otros tres grabados, realizados de forma idéntica a la de los an– teriores, pero sus temas centrales salen de la finalidad perseguida en el Libro de Las Horas de Nuestra Señora; dos de ellos representan la Crucifixión y Muerte en el Calvario y la Venida del Espíritu Santo; en estas dos series, no se recurre a ningún salmo (Horas de la Cruz y Horas del Espíritu Santo), sino a unos sencillos himnos y posteriores oraciones. El último de los grabados ter– mina encabezando la serie de los siete salmos penitenciales y las letanías de los santos; se trata de un precioso grabado sobre eljuicio de Salomón. No me es posible reproducir todos los salmos aquí comprendidos, ni sus antífonas; es un tema de estudio que supera los fines antropológicos de estas páginas, pero sí me veo obligado a hacer ciertas observaciones y expli– car algunos términos y temas lingüísticos que pueden encerrarse dentro de los fines etnográficos aquí perseguidos. El salterio Es una agrupación de ciento cincuenta (150) salmos pertenecientes al Antiguo Testamento, y de muy gran antigüedad; el israelita 51 practicante está obligado a hacer uso del salterio a diario, y desde el principio del cristianismo se recogió esta tradición acomodándola a la vida del cristiano. Su realización 50 Se presentan en tres láminas, fuera de texto. 51 Manuel Seco (op. cit.) considera el término israelita aplicado a los habitantes actua– les de Palestina, como hebreos o de raza hebrea, (no es tan genérico el término 'judío'), re– servando el de israelí a todo ciudano del país o estado de Israel. Procuraré atenerme a estas acertadas consideraciones. 226 [20]
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