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Ferrerías y ferrones por tierras de Baztán II Satisfactorio y agradable resulta contactar con la vida de nuestros ante– pasados, esa vida rutinaria del discurrir sencillo en el quehacer cotidiano, sin estruendos de batallas, ni triunfos de conquistas. Voy a contactar en estas líneas con la vida industrial de nuestros ante– pasados, si industria, desde nuestro punto de vista actual, se puede llamar a la actividad poco más que familiar que aquéllos desarrollaron. Homero designaba al acero con la palabra kyanos, ~n contraposición a sideros, con que designaba al hierro; quizás la palabra kyanos procediera del color azulado del acero, pues Homero debió conocer el temple del acero, a juzgar por la escena de Ulises y Polifemo. De sideros hemos aprendido nosotros a designar como siderurgia a uno de los tópicos más representativos del nivel industrial de un pueblo o nación. Hesíodo nos habla de la habilidad del hombre que puede llegar a do– minar al hierro mediante el brillante fuego en el boscoso valle de la mon– taña. Y esta técnica helenística de tan remotos tiempos es la que nuestros hombres utilizaron «en los solitarios y boscosos montes» de nuestra tierra. La técnica de este trabajo manual con el martillo como único instru– mento domina toda la Edad Media, y, aunque no se logra producir grandes piezas ( se dice que hasta fines del siglo XVIII no se consiguen tamaños superiores a los 200 kg) 1 , la habilidad les hizo tramar verdaderas maravi– llas en herrajes y armaduras de reyes y caballeros. Descubierta en siglos posteriores la fundición del hierro e introducidos poco a poco numerosos medios mecánicos, fue decayendo el arte de las ferre– rías, cumpliéndose la atinada frase de Violet le Duc: «Perfeccionando los procedimientos mecánicos, el hombre descuida poco a poco este instrumento superior a todo que se llama mano~>. 1 Puede verse con provecho la obra de G. MEHRTENS, Eisen und Eisenkonstruktionen. Berlín, 1887, 398 pp. (Ver cap. l.', p. 24.) [l] 345

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