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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL de 1.900 ducados, si en las obras de apertura del canal apareciesen «rocas vivas», hecho que cree posible, dada la naturaleza del terreno. Respecto del arriendo anual, testifica que tiene experiencia por ser arrendador de ferrerías; que el transporte del carbón será bastante sencillo, dada la ubicación de la ferrería, pero el de la mena desde el Monasterio, le supondrá a medio real por Quintal, y necesitará más de cuatro mil Quinta– les, y además el hierro obtenido deberá ser devuelto a la ferrería de abajo, para su posterior elaboración, y les costará a «tarja» por Quintal; en resu– men, que él conoce al arrendador de la ferrería del Monasterio y sabe que pierde dinero en el arriendo, por lo que cree que se podrá arrendar en 200 ducados y no más. Y el testigo francés no firmó, «por no saberlo», testifica al final el fiel escribano. El Quintal de que se habla aquí es seguramente el quintal de Castilla, equivalente a 100 libras o cuatro arrobas; su equivalencia con el sistema métrico decimal parece ser de 46 kg. por quintal; es, pues, prácticamente la mitad de nuestro quintal métrico. La tarja de que nos habla este ferrón era una moneda de vellón de cobre con algo de plata; llevaba un león en el anverso y un castillo en el reverso y equivalía a la cuarta parte de un real de vellón; la mandó acuñar Felipe II. TESTIGO DE INFORMACION NUMERO TRES Es también francés, de nombre Domingo de Dolagaray, de sobrenom– bre «bulón» y vecino de Ezpeleta (Espelette), como el anterior; tiene 45 años de edad y es ferrón de la ferrería de «añoa» (Ainhoa); se presenta como pobre conocedor del oficio («el arte no se le entiende»); cree, sin dar excesivos detalles, que se podrá construir todo en 1.800 ducados, pudiéndose arrendar en 150 ducados anuales. Y tampoco firmó, por no saberlo. La junta, presidida por el señor Alcalde, llama a los dos primeros infor– madores (ya se pierde totalmente la presencia de Dolagaray) e inquiere de ellos cuánto podría subir el costo de la construcción de la vivienda de los ferrones, construyéndola de piedra y no de madera; le respondieron que sería del orden de 80 ducados más, pues se trataba de 40 brazadas de pared, a 2 ducados por brazada. Reunidos en Elizondo los «graves» del Valle el 6 de mayo de 1584, determinan conceder el aprovechamiento de la ferrería para once años o quizá 332 [8]

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