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FECHADO DE LAS ESTELAS DISCOIDEAS. SISTEMATIZACION DE DATOS Santiago de Compostela, hicieron que las formas de vida, modas y costum– bres se propagasen y entremezclasen amplia y profundamente, consiguiéndo– s~ así l?ºr ejemplo, q1;1e _los temas ornamental~s del arte discoidal, ll~n~s de simbolismos, se multiplicasen por todos los rincones de Europa, prmc1pal– mente las estrellas hexagonales y pentagonales (Sello de Salomón o Estrella de David, la pentalfa...), las flores de ocho, seis y cuatro hojas, lobuladas o no, la svástica, la cruz ovifila y las cruces cósmicas simples o adornadas de espirales más o menos complejas («cruces cornuttas») 55 , amén de los temas estelares y solares, tan frecuentes en las simbologías medievales románica y gótica. No hemos de aplicar, sin embargo, estos simbolismos a cuanto se halle como ornato en los monumentos funerarios medievales, porque muchas ve– ces respondían solamente a la necesidad de llenar espacios vacíos y el artista o artesano se las arreglaba para ello plasmando en su obra unas veces tradicio– nes y costumbres de su entorno, y otras, temas geométricos sin significado simbólico alguno. Los símbolos en las estelas discoideas Una sociedad desarrollada y viva está totalmente envuelta en símbolos, sobre todo si trata de proyectarse hacia el sentido último de la vida, el más allá; los signos o símbolos no se refieren a seres vivos, sino a ideas que arrastran vigorosamente hacia lo desconocido. La estela discoidea es el símbolo de la vida futura y desde la antigüedad se la escogió para perpetuar entre los hombres la memoria de los difuntos 56. No contentos con dar a su parte superior forma circular (cabeza humana), procu– raron completar su forma antropomórfica tallándo su base en forma trape– zoidal, consiguiendo así la figura estilizada del torso del cuerpo humano. No se olvide que en la Edad Media casi nadie sabía leer; nada decían a las mentes de nuestros antepasados las letras o símbolos de nuestro alfabeto, pero aprendieron a interpretar otro lenguaje tan elocuente como el nuestro, escrito mediante símbolos y signos tomados de la naturaleza: estrellas, ani– males y plantas. Se ornamentaron por esto las caras de la estela discoidal al principio sólo con símbolos, haciéndose más tarde epigráficas y nominativas. Las estelas de mayor antigüedad son anónimas y anepígrafas. A partir del siglo XVI se comienza a fechar estos monumentos funerarios y posteriormente se grabó en ellos el nombre de la casa del difunto, como símbolo de la perennidad de «la casa»; algunas estelas llevarían el nombre del difunto y muy pocas se pueden agrupar entre las cantografiadas. 55. BAGATII, Bellarmino, Alle origini della Chiesa I - Le comunita giudeo-cristiane. Citta del Vaticano - L. editrice Vaticana (1981) 287 p. - // - Le comunita gentilo-cristiane. Idem. 1982, 286 p. 56. BARANDIARÁN, José Miguel de, Estelas funerarias del país vasco. Op. cit. «La estela es hoy todavía el símbolo, sujeto y soporte de un mundo de creencias y de una actitud humana vinculada a un ideal que trasciende esta vida terrena. Forma parte de un sistema religioso en el que el respeto a los antepasados desempeña papel importante y sólo en él sería comprensible», pp. 5-7. [17] 491
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