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VIDAL PEREZ DE VILLARREAL 1 clausura) era el ABC de toda familia pudiente, convencida de que la prepa– ración para la vida adulta de sus hijas sólo podía realizarse de esa forma. Pero al final don Pedro Jose.f añade a su primo: «Encargándote que si es para casamiento, como regularmente, se vaya con tiento pues tengo enten– dido que quieren casarla con un primo suyo, y así podrás caminar advertido. de esto». Supongo que esta última advertencia habría llenado de triste amargura al ilusionado joven de la Villa de Maya. Termina la carta, informando de la muchacha que él ha elegido, «siendo. las prendas de ésta, mejores que las de la informada». (Valladolid, diciem– bre 22 de 1772). g) ¿Por qué no «aprovecharse;> del nivel político de un paisano? En otra página de vida social, «el amigo Perico» dice desde la ciudad de Sevilla: «Celebro infinito la satisfacción que produce la Boda del Conde con la hija de nuestro Excelentísimo paisano quien se conoce está gustosísimo, y lo que conviene es que Vm. se aproveche de esta buena coyuntura para lo– grar la plaza que en otro tiempo se solicitó o aquella que más acomode a Vm., pues es razón aprovecharse de tan buena disposición y lo que yo quie– ro es que Vm. logre algo útil y que para celebrarlo me avise». (Sevilla, 24 de marzo de 1773). Les parecía muy lógico aprovecharse del parentesco y amistades para «medrar» y situarse mejor en la vida social y política. h) Prendas y joyas de doña María Antonia de Goyeneche e Indabur11 Indudable interés presenta el con~cimiento de las formas y modos de vida de cualquier grupo social humano, y una faceta de su modo de vivir queda ampliamente plasmada en su vestimenta y ornato; junto con el mobi– liario, constituiría el ajuar personal de un conjunto social que en este caso está formado solamente por doña María Antonia de Goyeneche e Indaburu, perteneciente a uno de los grupos más poderosos de los formados por los hacendistas navarros del siglo XVIII, y con ella, el de toda la familia a que pertenecía la señora Goyeneche y el de todo el ambiente social que le ro– deaba. Doña María Antonia, natural de Arizcun (Baztán), había contraído ma– trimonio con don Joaquín Vicente Borda, de Maya de Baztán, entrando así a formar parte de esta familia de Maya, económicamente muy bien situada y con posesiones y negocios comerciales en diferentes puntos de la Península y de las colonias americanas. La relación que presento es muy detallada y el original es de fácil lectu– ra, por su excelente caligrafía; no lleva fecha alguna, pero es de fines del si– glo XVIII o principios del XIX. Procede de un manuscrito de los salvados «del trapero» que he citado en páginas anteriores. He creído conveniente añadir al final un vocabulario con los términos más difíciles y su significado, en cuanto me ha sido posible identificar; no 178 [26]
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