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VIDAL PEREZ DE VILLARREAL La otra cara, sin orla alguna apreciable, presenta una cruz de brazos iguales, más estrechos en la parte interior próxima al centro de simetría, que en sus extremos, re– cordando la Cruz de Malta. Aunque no lleva orla exterior, la talla de la superficie dis– coidal hace resaltar en claro relieve la separación entre disco y base; esta separación es poco perceptible en la otra cara. Y aquí puedo preguntarme: -¿A qué daban mayor importancia los usuarios de es– tos monumentos funerarios de carácter exclusivamente religioso y profundamente cris– tiano? ¿A la Cruz o a la representación humana del difunto?- Bien podría ser que al símbolo o signo de la Cruz. Por esto, al señalar a una de las caras con el nombre de an– verso y a la otra de reverso, me inclinaría en todos los casos a dar prioridad a la Cruz an– tes que a la forma humana representada como recuerdo del enterrado en lafuesa presi– dida por la estela. Y lo mismo se dirá de las demás estelas, dando prioridad a la figura de la Cruz en todos los casos. Presenté una comunicación de forma casi improvisada en el Congreso Internacio– nal sobre Estelas Funerarias celebrado en San Sebastián los días 4, 5 y 6 de octubre de 1991, dando a conocer este ejemplar tan particular por la figura del guerrero en ac– ción; don José Beleza Moreira, especialista en estelas portuguesas, me indicó que no era frecuente encontrar representaciones de seres humanos en atuendo guerrero; el mismo señor Ballano que, desde su profesión poco relacionada con los estudios antro– pológicos, sigue muy de cerca estos temas etnográficos, me invitó a ver esta estela por lo novedoso que a él mismo le parecía el individuo armado en una de sus caras. Es cierto que Francisco Javier Zubiaur presentó en HIL HARRIAK un posible guerrero ibérico de a pie en la estela de Arazuri (Navarra), dada a conocer ya en los inicios de estos estudios por Frankowski en 1920 (Fig. 3 bis y 4 bis). Se halla hoy en el patio in– terior del edificio del antiguo Comptos de Pamplona, calle Ansoleaga, donde radicae la Institución Príncipe de Viana; está tallada en caliza y bien conservada. Según infor– me particular, estuvo mucho tiempo junto al Mesón del Caballo Blanco de Pamplona, cerca de la Catedral, y el entonces responsable de esta Institución sorprendió personal– mente a alguien que intentaba llevársela; no sólo se lo impidió, sino que la trasladó rá– pidamente al lugar actual, como más seguro. Se trata de una estela de especial interés por la figura del guerrero que lleva en relieve en una de sus caras. Le ha nacido ahora una hermana en la estela que acabo de reseñar. ¿Se podría seguir el destino que las es– telas descritas por Frankowski han ido tomando con el tiempo? Como la mayor parte de las estelas navarras, se pueden fechar también éstas en la Edad Media sin disponer de datos suficientes para ser más concretos incluso en el si– glo; ¿siglos XII, XIII o XIV? En el Congreso Internacional de San Sebastián de octu– bre de 1991 se subrayaron dos estelas discoideas de la provincia de Alava bastantean– teriores a éstas en el tiempo; la de Caranca, posiblemente preparada entre los siglos IX y XI, y la de Zalduendo, en el XI por lo menos. Medidas de la estela de ARANGUREN 1 - Eugui 1 Diámetro del disco: 0,28 m. 126 Espesor del disco: 0,175 m. Anchura del cuello de la base: 0,14 y 0,095 m. Longitud total: 0,57 m. * * * [6]

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