BCCCAP00000000000000000001283

Los capuchinos de Fuenterrabía de ju)io a septiembre- de 1936 271 En cambio estuvimos siempre a disposición de cuanta avuda miriiste– rial pudiera necesitar D. Luis Zufiría, único coadjutor que ~ctuaba libre– mente en las solemnidades de la Parroquia. Nuestra colaboración fue más intensa durante la novena de la Virgen · de Guadalupe. Por temor a posibles perjuicios que pudieran ocurrrir en el Santuario de la Virgen de Guadalupe en caso de bombardeo y para evitar el pánico que pudiera producirse en los numerosos fieles devotos que subirían como otros años hasta el Santuario, se hizo privadamente el traslado de la im)en bendita hasta la iglesia parroquial, y se anunció que el ejercicio de la novena se practicaría en la Parroquia. Eran muchísimos los fieles devotos fuenterrabianos que se congrega– ban en la iglesia parroquial en la mañana para oír la Santa Misa y en la tarde para el rezo del Santo Rosario y las meditaciones leídas o predicadas. Campo de Marte Desde nuestro refugio francés veíamos cómo a pesar de los continuos disparos de los milicianos que guarnecían el fuerte de Guadalupe, las fuerzas que capitaneaba el general D. Emilio Mola ocuparon el monte Aya y desde allí causaban estragos en Guadalupe y San Marcial. Los de Guadalupe para mejor defensa situaron '!os cañones a 200 metros de nuestras habitaciones; la artillería de Mola localizó este nuevo emplaza– miento y disparó con precisión sus obuses. Un pequeño error y se hubiera desmoronado toda nuestra defensa. En el estruendoso intercambio de disparos, las balas provenientes del monte Aya silbaban al pasar casi rozando nuestros tejados. A cada explosión seguía una fuerta sacudida del edificio y grandes estragos en los cristales a pesar de que estaban protegidos con grandes tiras de papel adhesivo. Como el bombardeo era continuo y la puntería de primera, Ios milicianos se batieron en retirada y fueron a emplazar sus piezas de artillería, más lejos del colegio, entre unos árboles. Temor y espanto A principios de setiembre las tropas del general Mola avanzaron hacia el fuerte de San Marcial, Behovia e !nin. Pero los milicianos rojos antes de abandonar los últimos reductos, antes de reincorporarse a otras unidades, o de traspasar la frontera con Francia y antes de rendirse ante

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz