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262 Vidal Pérez de Villarreal El portero acompañó a un gropo de milicianos rojos _hasta la habita– ción del P. Superior. Los milicianos de ese grupo nos fueron cacheando a todos los religiosos a medida que íbamos llegando. Otro grupo de milicianos rojos fue inspeccionando las habitaciones de los religiosos en busca de máquinas de escribir, fotografiar, cortar el pelo, etc. También les interesaban los relojes, catalejos, navajas, tijeras, medallas, etc. Todo era bueno para ellos, y todo nos lo arrebataron por las buenas. Ahora le llegaba el turno al P. Superior. Golpearon brutalmente la puerta para abrirla y sorprendieron a P. Melchor en el preciso momento en que trataba de ocultar el dinero del convento bajo el jergón de la cama. El jefe de los rojos le conminó a que presentara y entregara inmedia– tamente todo el dinero de la comunidad. Lo comprobó con el libro de cuentas y preguntó: ¿Dónde está el segundo libro? El Superior contestó: No dispongo más que de uno sólo; el otro lo tiene el P. Provincial en Pamplona. El jefe de los rojos pasó a interesarse por el dinero y los libros de la V.0.T. y de las Cofradías, y dándose cuenta de que había asientos de las limosnas de San Antonio, exigió que se le entregara todo hasta el último céntimo que hubiera en la única cajeta de limosnas que había en la iglesia. Uno de los recaudadores exclamó: iEsto es una mina! iHagamos resumen de todo! Total: iSiete mil pesetas! Con serenidad y energía les interpelé: Vean señores esa nueva cuenta en ese archivador que cuelga detrás de ustedes y que, nosotros debemos pagar cuanto antes. Si ustedes se llevan todo Lean qué pagaremos nuestras deudas? Ellos contestaron: Hoy no se pagan deudas. -Entonces, ¿qué se entiende por justicia? El jefe miliciano contestó: Hacer lo que me da la gana. Ante esa respuesta era preferible callar y aguantar. Historietas mejicanas Desde el momento del cacheo nos hallábamos en dos filas en el pasillo de la habitación del P. Superior, · sin más luz que la de una linterna de pilas que un hombre de !rabia mejicana portaba y enfocaba a voluntad. -

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