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Los capuchinos de Fuenterrabía de julio a· septiembré de 1936 259 vez con redoblado fervor el iOra pro nobis!... iParce nobis Domine!... iMiserere nobis! · Nunca jamás podré olvidar aquellos momentos en que peligrando tanto nuestra vida humana, tan gran consuelo y fortaleza hallaba el alma nombrando a coro los dulces nombres de Jesús y María. Unión fraterna Pasado el peligro, alternamos los unos con los otros como hermanos unidos en una misma fe y esperanza. Los inás veteranos en la prisión nos contaban cómo en algunas ocasiones las bombas lanzadas por el Almirante Cervera habían caído muy cerca de ellos y del foso y-cómo nunca tuvieron que lamentar más que pequeñas molestias por la tierra removida ai tiempo de las explosio– nes. Lo atribuían a una gracia especial de la Virgen de Guadalupe. Humildad Contemplé una escena muy edificante. Dos jóvenes de la distinguida nobleza española estaban pelando patatas. con gran naturalidad y senci– llez. Cerca de ellos una dama· de ilustre apellido vestía humildemente el delantal del trabajo y realizaba los preparativos de la comida como si siempre hubiera estado haciendo lo mismo. Retorno al convento Yo me había alejado un tanto del grupo de religiosos. El cabo s·ubió a nuestro pasillo y al encontrarse conmigo me preguntó: iQuién es el responsable de ustedes? Contesté: Servidor. , El agregó: Dígales a todos sus compañeros frailes que se preparen para volver al convento. Me causó tanta extrañeza que no pude menos de preguntarle: ¿Habla usted en serio? " El, después de unas palabras incoherentes, añadió: Haga lo que le he dicho. Yo quería alguna explicación y por eso le pregunté: ¿Cómo ha sido eso? ¿A qué se debe que ahora volvamos?

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