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Los capuchinos de Fuenterrabía éle julio a septiembre de 1936 253 Por un deber de gratitud al Señor y a la Santísima Virgen venerada en el santuario de Ntra. Señora de Guadalupe de Fuenterrabia, y por un deber de agradecimiento a los buenos ciudadanos de Irún y Fuenterrabía, especialmente a cuantos nos ayudaron y acompañaron en aquellos días aciagos/ escribo este resumen histórico, al par que os invito a que admi– réis a mis hermanos capuchinos que a pesar de las graves dificultades que se les presentaron, y de otras muchas que les sucederían después, perseve– raron sin desmayo y fieles al espíritu religioso de la Orden Capuchina. Todos los días de toda nuestra vida hemos guardado muy vivo un sentimiento de profunda gratitud para cuantos nos brindaron generosa– mente su amistad, su influencia y su poder a fin de aliviarnos y librarnos de cuantos sufrimientos, penalidades y peligros nos afligieron ya en la vida conventual, ya en la prisión, ya en el ministerio sacerdotal. Ruego al Señor que premie y bendiga a todos. Primeros acontecimientos y contratiempos El convento de capuchinos se encuentra ubicado a mitad del camino de los cuatro kilómetros que median entre Irún y Fuenterrabía. Iniciada la guerra civil el 18 de Julio del año 1936 esa zona estuvo dominada por fas fuerzas republicanas adictas al Gobierno de Madrid. El día 19 debían viajar hasta Pamplona el P. Melchor de Eskoriaza y el P. Pedro de Rentería a fin de ejercer su derecho a voto en las sesiones del Capítulo Provincial de los capuchinos de Navarra-Cantabria-Aragón. Pero no lo realizaron, porque al proclamarse solemnemente el Esta– do de Guerra, se interrumpió la normalidad de los transportes y el Capitulo quedó postergado indefinidamente. Censura de prensa y radio La prensa publicaba que, a raíz de un crimen militar sucedido en Pamplona, se había producido a su vez un movimiento carlista que tenia algunas adhesiones en algunas ciudades de España y Marruecos, y en algunos sectores insignificantes de la Marina, y que ese movimiento en pocos días quedaría sofocado por las numerosas fuerzas armadas leales al Gobierno de Madrid. La curiosidad por saber más detalles y el deseo de conocer la verdad concreta que pudieran encerrar noticias tan vagas e indefinidas era lógica y natural, pero el Gobierno había prohibido escuchar y divulgar toda
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