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UN VOCABLO EXPRESIVO EN ESPERA DE RESCATE Cuando se posesionó de su cargo el mariscal de campo, D. FernandoManuel de Bustamante y Bustillo, no pudo formarle proceso, porque a tiempo se había acogido al derecho de asilo, en la iglesia jesuítica del colegio de Santa Cruz. Durante su permanencia en la casa de la compañía, sin que nadie hubiese re– parado en la actividad desplegada (salvo un cómplice) preparó su fuga a la Corte, so pretexto de que no se le quería oír en justicia. Tras tensas peripecias, en que estuvo envuelto el aludido religioso, "algo vie– jo, de rostro colorado y de cabello bermejo", logró el "General D. Joaquín" em– barcarse en un "parao", con los españoles Pedro de Arregui (o de Arreaga?), Ruiz Báez y el alférez piloto Tomás Domínguez. Los capitanes Miguel de Zaba– legui y Miguel de Yanci, testigos del proceso por el que pasaron 50 declarantes, parece colaboraron en la fuga. A las dos horas de duro cabalgar, en compañía del padre jesuita, navegan hasta el río y pueblo de N asugto, adonde les acompañaron dos criados, el uno cafre y el otro indio, el religioso, y algunos esclavos. En N asugto trasbordan del parao a un champán grande, en el que cargaron tinajas de agua, carne de salpreso, gallinas, frutas, bizcoho, pollos y una vaca viva; armas de fuego, pólvora y balas. Y a mayor abundamiento, dos escribanías y alguna petaca de papeles, que hicie– ron imposible el juicio de residencia del primer conde de Lizarraga y el de sus fa– miliares, deudos, asesores, escribanos y demás colaboradores administrativos. Acomodado el alijo, continuaron los prófugos al pueblo de Margondón, desde donde se dirigieron a la isla de Panay y a la provincia de !locos, que les sir– vió de refugio un par de días, antes de aventurarse al mar abierto. Cuando preguntaron al "General Dn. Joaquín de Ursúa" a dónde pensaba dirigirse, respondió: "A Macán (Macao) o al cielo. ¡Buen ánimo!". No se tuvo noticia de la fuga hasta veinte días después de haberse ausentado de la capital, Manila 27 • La travesía fue feliz, aventurada y venturosa. Huelgan las hipótesis mientras no haya en qué colgarlas. Lo que documentalmente consta, según investigó el archivero nacional (ya jubilado) de México, Dr. Rubio y Mañé, es que el 22 de junio de 1723 casaba D. Joaquín de Ursúa y Arizmendi, en Valladolid de Michoacán, con doña Juana Bruna de Arízaga y Elejalde, natural de dicha ciudad, hija del alférez real don Jo– sé Ventura de Arízaga y Elejalde y de doña Luisa Gorráez (Gorraiz?), Beau– mont y Navarra, nieta de los mariscales de Castilla; obtuvo, como dote de su es– posa, las haciendas San Bernardo, San Bartolomé, Cuparataro y Chapitiro el Viejo, en la provincia de Michoacán; lo que no le libró de estrecheces 28 • Desde el 6 de abril de 1737 al 23 de julio de 1738 gobernó el Estado del Mar– quesado del Valle de Oaxaca, por nombramiento de su propietario el duque de 27. Fernando Manuel Bustamante y Bustillo, Gobernador y Capitán General de las Islas Fili– pinas, al rey; Manila, 3de julio de 1717. Anejo a la carta, el cuadernillo de los 50 testimonios relati– vos a la fuga de D. Joaquín de Ursúa y Arizmendi: Ibid. 28. RUBIO Y MAÑ"E, ob. cit., III, 264-265, nota 241. [21] 461

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