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UN VOCABLO EXPRESIVO EN ESPERA DE RESCATE sólamente ha dado muestras de oposición y de infidelidad al rey FelipeVde An– jou, sino que se ha propasado "a proferir blasfemias contra vuestra real perso– na"- comunica el conde de Lizarraga a su soberano. Como hijo de su tierra, defendía la causa del archiduque de Austria. Llevó aquella denuncia el gobernador de Filipinas al voto consultivo del Real Acuerdo de Justicia. Cariz delicado, de porcelana china. El superior provincial de los re– coletos de Filipinas era muy amigo del recién venido comisario ymuy afín a sus tendencias políticas; y no enteramente ajeno a los "notables disturbios entre to– dos los religiosos de dichaMisión y los que había en esta Provincia, que empeza– ban ya a distinguirse con los apellidos unos de castellanos y otros de catalanes, valencianos y aragoneses", con poco respeto a su uniforme talar. ·"Procurando erradicar tan infecta semilla -prosigue el señor conde en su comunicación al rey- como la que se ha reconocido en los dichos Padres y ob– viar su perniciosísima extensión en estos Dominios, hasta entonces nunca expe– rimentada, temiendo como puede acontecer no fuese so la capa de alguno de ellos espía, por lo que importa prevenir el remedio, se dio por voto consulfivo a dicho vuestro GovernadoryPresidente, que luego y sin lamenor dilación, sepa– sase a la aseguración de las personas de dichos religiosos". Se determina, como prudencial providencia, que uno de los oidores de laRe– al Audiencia confiera sobre el particular con el señor arzobispo, al que habrá de manifestar la desconfianza bien fundada con respecto al superior provincial de los agustinos recoletos; "pidiéndole el auxilio que conforme aDerecho debería impartir", para poder dispersar sin contrafuero a los religiosos sospechosos y formales causa con el rigor y secreto que exige materia de tanta gravedad. Al gobernador general y presidente de la Real Audiencia corresponderá ins– truir las diligencias pertinentes. El conde de Lizarraga nombra por su asesor en la pesquisa al oidor decano D. José de Torralba, que pudo deducir, del interrogatorio secreto a trece religiosos, la objetividad de lo declarado por aquellos otros cuatro delatores: que el padre comisario recoleto y sus parciales, desde la isla del León en Cádiz y a lo largo de toda la travesía hasta México y las Islas Filipinas, "habían traído la Misión con notable inquietud; y que así en México como en aquella navegación y la isla de León, se señalaron los dichos religiosos con declaradas específicas demostracio– nes políticas; entre ellas, de infidelidad aV.M.; y se aseguraron otros cuatro reli– giosos para el mismo respecto, que fueron Fray Félix de Santiago, Fray Josef Aguarón, Fray Francisco de Santa Engracia y Fray Josef de San Agustín". Competía al padre comisario, en su calidad de visitador, presidir los comi– cios de la provincia agustiniana de Filipinas. Con el fin de evitar tremolinas y de garantizar ellibre voto de los compromisarios, citó D. Martín de Ursúa a los pa– dres visitador y provincial con otros varios de sus religiosos; y en presencia de los magristrados de la Real Audiencia les exhortó a esta doble fidelidad: labor– bónica y la de sus propias Constituciones. Yles anunció que, en virtud del dere– cho de patronato y para mayor seguridad y orden, había determinado presen– ciar, con alguno de los oidores, sus elecciones prelaticias. Intentó entre tanto convencer a los señores arzobispo deManila y obispo de [19] 459
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