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EULOGIO ZUDAIRE las canoas y desde tierra, durante la primera semana. Respondió en todo mo– mento el sargento mayor con agasajos y regalos a cuantos quisieron acercarse en son de paz. Prohibió a sus gentes disparar un arcabuzazo. Confiadamente le van llegando comisiones de indios ilustres: Martín Can, aquel sobrino de CAN EK, su embajador en Mérida; KIN CAN EK, el gran sacerdote, primo hermano del gran cacique; el cacique de Alain, que revela la mala fe de CANEK; y, finalmen– te cuando se esperaba, según lo prometido, la visita del propio cacique principal, se presentan durante dos días, en el real de los españoles, canoas en que solamene bogaban mujeres. Decide Ursúa pasar en la galeota al Gran Petén o isla grande con 105 hombres de armas, a los que prohibe disparar ni provocados por las nu– bes de flechas. En el real quedan 125, con artillería y pedreros a punto. Se consi– dera aquel empeño arriscada temeridad. El día 13 de marzo de 1696 se levan anclas. Apenas comienzan a internarse en la Gran Laguna, surtidores de saetas saltan desde las canoas. Al llegar a la isla grande (Gran Petén) quedan cercados en media luna. Nadie dispara, según la consigna de D. Martín de Ursúa; hasta que herido un soldado, no pudo conte– nerse y, con el disparo de su arcabuz, oficiales y soldados que no podían frenar– se, rompieron en lamás estruendosa descarga. Se da el asalto a la fortaleza del Pe– tén; no se persigue a la población, a la que se brinda paz generosa. Los soldados se entretienen, por espacio de nueve horas, en demoler los santuarios idolátri– cos; en uno de esos "21 adoratorios de piedra, llenos de ídolos deformes y horri– bles", hallaron canillas y huesos de caballo en veneración, porque, según explicó una anciana, eran los restos del que cabalgara Hernán Cortés 9 • Entre el 14 y el 23 de marzo se logró la conexión de la pista abierta desde Yu– catán con la procedente de la capitanía general guatemalteca. Para el mes de ma– yo se consideró en servicio el nuevo fortín, al que destinó 50 hombres goberna– dos por el capitán]uan Fernández de Esténoz y sufragados por las reales cajas de Guatemala, cuyo gobernador, D. Gabriel Sánchez de Berrospe tuvo por mejo– res los veteranos de Ursúa que sus bisoños. Por su mano generosa y su política afelpada se ganó D. Martín tan buen nombre, que el CAN EK, que había presumido de poder combatirle con 80.000 guerreros a sus órdenes, se le presentó confiado y Ursúa correspondió con es– plendidez; hasta que un día, en visita al cacique Cobox, se tuvo noticia fidedigna de su participación en la muerte de españoles de Guatemala y del Yucatán. Y lo hizo arrestar. Antes de regresar a Campeche mandó Ursúa no sólo estrecha vigilancia, si– no buen trato a los ilustres prisioneros CANEK, KIN CANEKy otros dos más de su familia, lo mismo que a todos los demás habitantes del Petén -ltzá; dar buen ejemplo, rezar cada día el rosario a N.ª S.ª de los Remedios, por haberles li– brado de ser pasto de los indios, como lo fueron otros soldados no menos va- 9. MEMORIAL de Don Martín de Ursúa y Arizmendi, fechado en San Pablo de ltzá, 22 de marzo de 1697: AGI, "México", 1014. R.C. de 24 de enero de 1698, enJosEPH DE AYALA, "Dic– cionario del Gobierno y Legislación de Indias", vol. 11; Madrid (s.a.); y "Cedulario", t.V, f. 33 v., n. º 270. 448 [8]

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