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co, y confíe el hermano al cuidado de algún hermano idóneo y, si fuere preciso, también del médico" 30 • La primera responsabilidad para con el enfermo la tiene el superior, que debe visitarlo con frecuencia y fraternalmente, animar espiritualmente al enfermo y, cuando la enfermedad de uno sea grave, comuníqueselo con prudencia y dispóngalo para recibir los sacramentos. Por lo tanto: "esmérese cada uno en cuidar a su hermano enfermo, visitarlo con gusto y consolarlo fraternalmen– te" 31 • Todo hermano, reconociendo en el enfermo al mismo Cristo, "piense lo que quería que se le hiciera si él estuviese enfermo y recuerde, además, lo que san Francisco escribió en la Regla: que no hay madre tan tierna y tan solícita con su hijo, como debe serlo cada uno de nosotros con su hermano espiritual" 32 • Y para favorecer el cuidado de los enfermos se establece que la enfermería esté en un lugar adecuado de la casa, aunque sea fuera de la clausura; incluso si se considera útil para mejor poder atender las necesidades de los enfermos, se establezca una enfermería provincial, con estructuras más adecuadas y personal especializa– do 33, Si la caridad exige que los hermanos sanos cuiden de los enfermos, éstos, a su vez, deben vivir su nueva condición como verdaderos hermanos menores. Por tanto, "dejen el cuidado de sí mismos en manos del médico y de quienes los atienden" 34 , estén contentos con el estilo de pobreza que debe siempre caracterizar la vida del hermano menor, agradeciéndole continuamente a él todo cuanto les proporciona. La fe debe guiar al hermano menor durante su enfermedad. San Francisco "loaba al Señor por aquéllos que, conforme a su santísima voluntad, soportan pacientemente las 30 Const 86,1. 31 Const 86,5. 32 Const 86,4. 33 Cfr Const 86,1-6. 34 Const 87,2. 93

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