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CAPITULO VI Nuestra vida en fraternidad (83-100) Antes de pasar a exponer en dos artículos, considerables por su distinta amplitud, "el cultivo de la vida fraterna" y "la vida de los hermanos en el mundo", el legislador pone de manifiesto los fundamentos y las motivaciones teológico-espirituales de nuestra vida de fraternidad. El Verbo de Dios, al hacerse hombre, se convierte en el primogénito entremuchos hermanos y hace del género humano una verdadera fraternidad 1 ; de esta realidad, que nos da el Padre en Cristo, todo hombre es invitado a participar. En medio de ellos, reunidos en el nombre del Señor, está presente Jesús como vínculo de unidad. La Iglesia que es la comunidad de todos los creyentes en Cristo, favorece y apoya las instituciones cuyos miembros forman una convivencia fraterna en comunión de vida y caridad, de modo que, progresando en la dignidad de hijos de Dios, se acreciente también la eficacia apostólica 2 • Me parece que para comprender el significado de la vida en fraternidad, no se puede pasar por alto cuanto dice sobre ella el Vaticano II: "La vida de comunidad debe inspirarse en la de la primitiva Iglesia, en la que el grupo de creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Ha de estar alimentada por la enseñanza evangélica, por la sagrada liturgia y, sobre todo, por la Eucaristía, y ha de perseverar en la oración y en la comunión del mismo espíritu. Los religiosos, como miembros de Cristo, en el trato fraterno deben considerar a los demás como más dignos, llevando unos las cargas de los otros. La comunidad, en efecto, es corno una auténtica familia, reunida en nombre del Señorpor el amor de Dios 1 Cfr Const 83,1. 2 Cfr Const 83,1-4. 86
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