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y exige el desposeimiento total del propio yo. De tal experiencia de oración, como en San Francisco, sin ninguna técnica particular para entrar en contacto con Dios sino simplemente abriéndose a la acción del Espíritu Santo, brotará la adoración, la acción de gracias, la admiración y la alabanza. Francisco sabe que la inicia– tiva del diálogo en la oración parte del Espíritu del Señor y es don de El; así su oración habitualmente es alabanza y agradecimiento, en la contemplación de Dios sumo bien del cual procede cualquier otro bien 10 • La vía de la adoración y de la alabanza pasa a través de la simplicidad, el arrebato sincero del corazón, la confianza y el abandono, características todas del espíritu filial. Entonces el Espíritu Santo da la gracia de descubrir el rostro del Señor en el corazón de todos los hombres y El mismo nos enseña a amarlos como hermanos 11 ; como testigos de su amor nos conduce por los caminos del mundo para anunciar la paz y la penitencia, para invitar a todos a la alabanza de Dios. San Francisco, lleno de gratitud hacia el Señor, quería que sus hermanos fuesen los divulgadores de este mensaje: honrar, bende– cir, alabar, dar gracias al sumo Dios antes de todo por sí mismo, por su ser y por sus perfecciones; por tanto, por su bondad manifestada a los hombres sobre todo en la donación de su propio Hijo. Los hermanos animados del espíritu de oración, deben tener en gran consideración la sagrada liturgia, "que es el ejercicio del ministerio sacerdotal de Cristo, cumbre de toda la actividad de la Iglesia y fuente de la vida cristiana", acordándose que han sido "consagrados al servicio de Dios por el bautismo y la profesión religiosa" 12 • Cada fraternidad designe animadores que preparen las acciones litúrgicas, a fin de que en la fidelidad a las normas litúrgicas y de JO Cfr 46,6. 11 Cfr ET44. 12 Const47,1. 63

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