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El IV CPO ha delineado la figura de estos formadores cualifi– cados: "Estos deben distinguirse por algunas cualidades poseídas con actitud abierta y dinámica; a saber: lleven una auténtica vida de fe; tengan firme esperanza en Dios y en el futuro del mundo, de la Iglesia y de la Orden; amen la vocación franciscana y estén convencidos del valor de la vida religiosa; sean capaces de trabajar en equipo, de animar la vida de fraternidad, especialmente por lo que se refiere a la oración, al trabajo y a la convivencia. Sientan la necesidad de una constante puesta al día y, por lo mismo, se les facilite la especialización en materias psicopedagógicas o relacio– nadas ccn las tareas formativas. Crean íntimamente en su trabajo de formadores, inspirándose de lleno en tantos modelos que dan continuidad en la historia al rostro auténtico de nuestra Orden" 24 • Art. N: Iniciación en nuestra vida (25-30). Al hablar de la formación inicial, es necesario presentar sus contenidos específicos, ya que ella "exige las experiencias y conocimientos necesarios que van introduciendo progresivamente a los candidatos, bajo la dirección de los formadores, en la vida franciscana evangélica" 2 5. Armonizando el elemento humano y espiritual, los formadores han de esforzarse por impartir una formación sólida, completa y acomodada a las necesidades de los lugares y los tiempos con la ayuda de los medios propios de una educación activa, sobre todo, con la práctica de trabajos y oficios que lleven gradualmente a los candidatos a adquirir plena madurez y dominio de sí 26 • l. Elementos de la formación inicial. Tres son los elementos específicos de la formación inicial: la vida espiritual, el conocimiento del espfritu franciscano y la vida fraterna. La vida espiritual, en la que los candidatos deben iniciarse, tiene 24 Const 11, 25 Const 25,1. u Cfr Const 25,1-3. 49
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