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prolongándose a lo largo de toda la vida, tanto en lo que se refiere a los valores humanos, como a aquellos típicamente evangélicos y religiosos: abarca a toda la persona, especialmente en su aspecto psíquico, religioso, cultural e incluso profesional o técnico 20 • Trataremos seguidamente y por separado dos de sus aspectos entendidos éstos como formación inicial y formación permanente. La formación, obra singular del Espíritu Santo, que guía a formadores y formandos, exige de éstos últimos una colaboración activa, porque ellos como principales autores, son los primeros responsables de su propio crecimiento. Es necesario tener presente, como programa de formación, que cada hermano, durante toda su vida, es formador y formando, enseña y aprende. Traducirlo continuamente en la practica de una vida en fraternidad es el aspecto característico de nuestra vocación de hermanos menores, y, por tanto, la exigencia fundamental de todo el proceso de formación. "Para que cada una de las fraterni– dades, y en modo especial las que son específicamente formadoras, puedan cumplir esta función primaria, es necesario que reciban orientación y estímulo de la primera fraternidad que es la fraterni– dad provincial" 21 • Y aun cuando todos los hermanos son formadores, hay algunos llamados particularmente para cumplir esta misión: son formadores cualificados los superiores provinciales y los lo– cales por razón de su oficio; y, además, otros hermanos llamados para asumir este oficio en las distintas fases de la formación inicial 22 • Las Constituciones ponen de relieve la necesidad de que este grupo cualificado de hermanos responsables actúe colectivamente, con criterios unitarios, según un plan en el que se establezcan las metas, los programas y las orientaciones concretas de todo el proceso formativo. Con ellos deben colaborar cada una de las fraternidades para crecer en la propia vocación 23 • 20 Cfr Const 22,1-2. 21 Const 23,5. 22 Cfr Const 23,1-6. 23 Cfr Const 24,3. 48

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