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que se narra la vida de nuestro Señor dispuesta en doce frutos, divididos cada uno en cuatro partes) el que le sugirió la división de su "árbol" en ramas y frutos. 2. El espíritu franciscano De esta obra se servirá abundantemente Fray Bernardino de Asti para componer las Constituciones de 1536. No es necesario un análisis profundo de éstas para ver cómo el pensamiento dominan– te, podíamos decir elespíritu que anima todos los artículos, es éste: el capuchino debe ser una copia fiel de San Francisco, como él ha sido una copia fiel de Cristo. El "Liber Confonnitatum" es efecti– vamente el libro de la conformidad del franciscano con San Francisco ypor San Francisco con Cristo. La diferencia consiste en esto: en la obra de Fray Bartolomé de Pisa se presentan hechos ya cumplidos, es decir semejanzas ya realizadas, en las Constitucio– nes por el contrario se tiende a reproducir tal conformidad en el capuchino. Es frecuente en el texto de las Constituciones renovadas de 1982 la referencia a las Constituciones de 1536 y clarísimo en el número conclusivo 186. En la práctica, vivir según el Evangelio no significa sólo considerarlo como punto de referencia de los principios morales y ascéticos sobre los que se fundamenta la propia vida, sino tenerlo siempre en primer plano, por encima de toda ley y razonamiento humano, aceptando toda su aparente insensatez, la locura de la cruz que se comprende sólo mediante la sabiduría de Dios y a la luz de la fe. El Evangelio, antes y más que doctrina, es vida: vida de los hijos de Dios, dóciles a la acción del Espíritu derramado en nuestros corazones, hasta llegar a conformarnos con Cristo, ima– gen del padre y prototipo de toda santidad. Respondiendo a un compañero, Francisco llega a decirle: "Está bien leer los testimonios de las Escrituras y es bueno buscar en ellas al Señor nuestro Dios. Pero yo estoy ya tan lleno de las Escrituras que me basta y tengo más que suficiente para la meditación y la 23

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