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en un sentido verdaderamente radical, como componente esencial de lapureza decorazón. No liberar totalmente el propio corazón del apego alas cosas, alaspersonas, alpropioyo, significaría "apropiarse" del mundo, de los hombres, de sí mismos. Sólo quien posee esta perfecta libertad interior puede vivir en plenitud su castidad consagrada, sin correr el peligro de convertirse en un medio hombre. Cuanto más perfecta es la virginidad, tanto mayor es la sabiduría de Dios y la capacidad de amar. 4. Medios naturales y sobrenaturales Nuestras Constituciones invitan a los hermanos a conocer y a aceptar las renuncias necesarias que tendrán que soportar para mantenerse castos, indicándoles los medios naturales y sobrenatu– rales que contribuyen a mantener el necesario equilibriopara evitar los peligros que rodean la vida del célibe: "el tedio de la vida, la soledad del corazón, el amor a las comodidades, las compensacio– nes indebidas o la morbosa repulsión de la afectividad" 14 • Efecti– vamente, por muy bello que sea el ideal de la castidad consagrada, ninguno puede ni debe esconder el aspecto de sacrificio, de lucha constante que él exige para quien quiera vivirlo en plenitud. El don de la castidad es: "Frágil y vulnerable a causa de la debilidad humana, él queda expuesto a las contradicciones de la pura razón y en parte incomprensible para aquellos a quienes la luz del Verbo Encarnado no haya revelado de qué manera el 'que haya perdido su vida' porEl, 'la encontrará' (cfr. Mt 10,39; 16,25; Me 8,35; Le 9,24; Jn 12,25)" 15 • l. La castidad exige lucha contra el propio egoísmo y apertura continua a la caridad: "La santa caridad confunde todas las tenta– ciones diabólicas y carnales y todos los temores carnales" escribe san Francisco en el Saludo a las Virtudes 16 • Y afirma: "Te digo en verdad que nadie ha de creerse servidor de Dios hasta haber pasado 14 Const 170, l. IS ET 15. 16 Cfr SalVir 13; FF 258. 146

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