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llamado a vivir en castidad, por su consagración y santificación personal sino que tienen una importancia decisiva para el Reino de Dios. San Francisco veía el misterio de los desposorios espirituales con Cristo en toda alma fiel: "Y sobre todos aquellos y aquellas que cumplan estas cosas -escribía en la Carta a todos los fieles- y perseveren hasta el fin, se posará el Espíritu del Señor (Is 11,2) y hará en ellos habitación y morada (Cf. Jn 14,23). Y serán hijos del Padre celestial (cf. Mt 5,45) cuyas obras realizan. Y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (cf. Mt 12,50). Somos esposos cuando el alma fiel se une, por el Espíritu Santo, a Jesucristo. Y hermanos somos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que está en el cielo (cf. Mt 12,50); madres cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo (cf. 1Cor 6,20) por el amor y por una conciencia pura y sincera; lo damos a luz por las obras santas que deben ser luz para ejemplo de otros (cf. Mt 5,16)" 5 • La comunión de vida con el Redentor glorioso es fuente de fecundidad salvífica. La virginidad, además, ayuda a vivir con mayor claridad en la espera del Señor, poniendo de manifiesto cuán transitoria es la representación de este mundo presente. En esta situación, el cristiano que vive con la mirada puesta en el Señor que viene, con la esperanza puesta en su segunda venida y para encontrarse con él en la comunión del banquete nupcial al final de los tiempos, "es un signo especial de los bienes del cielo" 6 • 2. Corazón abierto y limpio Hecha esta presentación más que todo sintética de la castidad consagrada, las Constituciones afirman que: "Una de las caracte– rísticas relevantes de san Francisco es su riqueza de efectos y su capacidad de expresarlos. Francisco, enamorado de Dios y de todos los hombres, incluso de todas las criaturas, es el hermano y el amigo universal" 7 • 5 2CtaF 48-53; FF 200. 6 PC 12. 7 Const 169,1-2. 142

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