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CAPITULO XI / Nuestra vida de castidad consagrada (168-173) "Entre los consejos evangélicos ha de estimarse, como don excelente de Dios, la castidad, que se abraza voluntariamente, bajo la moción del Espíritu Santo, por Cristo y su Reino" 1 • · l. Corazón indiviso El amor preferente a Dios y a todos los hombres es la razón de ser de nuestra vida en castidad. Ella nos proporciona una libertad de corazón más amplia, por la que nos unimos a Dios con corazón indiviso y podemos hacernos, según la expresión del apóstol Pablo, "todo para todos" 2 • "Sólo el amor de Dios -es necesario repetirlo- llama en forma decisiva a la castidad religiosa", escribía Pablo VI. "Siendo deci– didamente positiva, la castidad atestigua el amor preferencial hacia el Señor y simboliza, de la forma más eminente y absoluta, el misterio de la unión del Cuerpo místico a su Cabeza, de la Esposa a su eterno Esposo. Finalmente, ella alcanza, transforma y penetra el ser humano hasta lo más íntimo mediante una misteriosa semejanza con Cristo" 3 • Así el carisma del celibato, conservado y cultivado por todos en la fraternidad, anuncia proféticamente la presencia del Reino en medio de nosotros y ofrece "un testimonio de la vida futura, en la que los resucitados son hermanos entre sí en presencia de Dios, quien será para ellos todo en todos" 4 • Los desposorios con Cristo no son un valor sólo para el que es · 1 Const 168,1. 2 Const 168,2. 3 ET 13. 4 Const 168,3. 141
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