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Y si te es necesario para tu alma por motivo de otro consuelo y quieres venir a mí, ven, León" 38 • Clara aparece en esta carta la confianza del súbdito pidiendo ayuda y la disponibilidad del superior en socorrerlo verdaderamente con espíritu de sincera familiaridad, la caridad del ministro viene en ayuda del hermano en su necesidad y salvaguarda eficazmente la pureza de la vida según la Regla. De esta familiaridad entre los ministros y los súbditos se ocupa el último número del capítulo, concluyendo así el discurso del servicio de los ministros y de la obediencia de los demás hermanos: "Todos nosotros, ministros y demás hermanos, procediendo con verdad y sinceridad de corazón, tengamos una gran familiaridad mutua y, con caridad de espíritu, sirvámonos y obedezcámonos de buen grado unos a otros. Practiquemos tal estima recíproca que nunca digamos, en ausencia de un hermano, lo que no nos atreve– ríamos a decir con caridad delante de él" 39 • El superior, más que la cúspide de un grupo, aquel que preside y manda para el buen funcionamiento de una vida bien organizada, debe sentirse y ser el animador de la fraternidad, el centro de comunión, el principal promotor de la renovación, aquél que, en unión con los hermanos, procura descubrir la voluntad de Dios y junto a ellos cumplirla de modo cada vez más perfecto. Pero para realizar este acuerdo es necesario crear antes una verdadera fraternidad, generosa en la renuncia y decidida en la práctica de la caridad. El hermano ministro debe entregarse al espíritu del Señor, activo en cada uno, debe creer en los hermanos, en su sinceridad y buena voluntad; el hermano que obedece debe fiarse de la rectitud de su superior y de su sincero amor para con todos. El uno y el otro deben vivir de la fe. Se establece así un verdadero sentido de familia, en una atmós– fera de respeto recíproco y sobre todo de amor mutuo, donde el 38 CtaL 1-4; FF 249-250. 39 Const 167,1-2. 138

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