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Esta oblación, renovada continuamente, nos hace capaces de participar de modo más completo en la obediencia redentora de Cristo. 2. Las Constituciones invitan a los hermanos a obedecer a los propios superiores con espíritu de generosidad como lo han prome– tido con los consejos evangélicos 27 • No se trata de una obediencia ciega, ni mucho menos inconsciente, sino diligente, serena, simple, alegre, propia de aquél que renueva continuamente en el gozo de la propia oblación. Pablo VI recordaba: "Es un acto completo de vuestra libertadque se halla al origen de vuestra condición presefite: es deber vuestro hacerlo siempremás vivo, ya seapor vuestrapropia iniciativa, ya sea con el consentimiento que prestáis de corazón a las órdenes de vuestros superiores" 28 • Simplemente que no se trata de recibir las órdenes del superior y cumplirlas de modo casi pasivo; sino todo lo contrario, se trata de moverse positivamente dentro del ámbito de la obediencia, en el que el hermano puede, con rectitud de conciencia y dócil siempre a las inspiraciones del Espíritu Santo, por su propia iniciativa, elegir el modo de servir a Dios y a los hermanos: "Los hermanos, al mismo tiempo que se muestran dispuestos a obedecer a los superiores con espíritu de fe, expóngan– les sus propias opiniones e iniciativas para el bien común; compete a los superiores, después de haber ponderado gustosamente todo con los hermanos, decidir y determinar lo que se debe hacer" 29 • 3. Según el genuino espíritu de san Francisco: "Es también verdadera obediencia cuanto de bueno haga el hermano con recta intención y de propia iniciativa, consciente de que ello no es contra la voluntad del superior ni en detrimento de la unión fraterna" 30 , El superior no es siempre el único responsable ante Dios y, al mismo tiempo, el súbdito no puede siempre y únicamente callar y obedecer. Cada cual debe asumir por símismo la responsabilidad de 29 Cfr Const 164,3. 30 ET 27. 29 Const 165,1. 30 Const 165,2. 134

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