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CAPITULO X Nuestra vida de obediencia (155-167) Los dos artículos, en los que se divide el capítulo, tratan respectivamente del servicio pastoral de los ministros y de la obediencia caritativa de los hermanos. Les precede un número introductorio, sobre las características de la obediencia, válidas para todos. tanto superiores como súbditos. La importancia inicial respecto a la opción de vivir en obediencia recuerda a todos los hermanos el seguimiento de Cristo, el verda– dero obediente a la voluntad del Padre. Francisco, sumergido en la luz de Cristo, pobre y crucificado, considerael "viviren obediencia" como la forma más completa para vaciarse del propio yo, como la cima de la pobreza interior, a la que todo hermano menor debe tender con todas sus fuerzas. Con Sari Pablo, Francisco comprende que la realidad del pecado está unida a la desobediencia de los orígenes, mientras que la salvación brota de la obediencia redentora de Cristo. El haber antepuesto su propia voluntad a la de Dios fue el pecado de Adán, un acto de apropiación abusiva del don de la libertad; el despojarse de esta voluntad por amor de Dios, es, por el contrario, el camino de la salvación trazado por Cristo. Siguiendo el ejemplo de Cristo, todos los hermanos en cualquier oficio al que sean destinados, se sirvan mutuamente con caridad, busquen el último lugar y estén sometidos a toda humana criatura por Dios. La obediencia que quiere Francisco presupone la frater– nidad, en la que la libertad de los hijos de Dios, llevada a sumadurez en Cristo, se convierte en disponibilidad de servicio a los hermanos bajo el signo de la caridad. Sobre este presupuesto de fe se basa la vida de obediencia: la de los superiores llamados al servicio de los hermanos, y lade los demás hermanos sometidos a los ministros por amor de Dios. En este sentido se realiza la verdadera comunión 126
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