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una actitud interior de arrepentimiento y de un deseo de sincera conversión. Por tanto, hagamos obras de penitencia con íntimo dolor "por los pecados propios y ajenos y condeseos de emprender una nueva vida" LS. La corrección fraterna oportunamente practica– da, el diálogo entre los hermanos acerca de la propia vida a la luz del Evangelio y otras formas de penitencia evangélica, particular– mente comunitarias nos ayudarán a vivir en un proceso de continua conversión 16 • La ayuda fraterna, mutua y comunitaria, iluminando nuestra conciencia y reforzando nuestra voluntad, nos sostendrá en el difícil camino de la conversión. 4. El Sacramento de la Reconciliación En el contexto de la conversión-penitencia y de las distintas formas externas en que se manifiesta, las Constituciones traen el sacramento de la reconciliación, entendiendo no sólo como recon– ciliación de cada uno con Dios, sino también como crecimiento de la fraternidad, que resulta purificada y regenerada por la gracia derramada sobre cada uno. Mediante este sacramento, además de experimentar en nosotros la eficacia de la muerte y de la resurrección de Jesús, participamos más íntimamente de la Eucaristía y del misterio de la Iglesia y restablecemos la unión con el Salvador y la reconciliación con los hermanos: por eso, "purificados y renovados por medio de los sacramentos de la Iglesia", podemos vivir cada día mejor nuestra vocación franciscano-capuchina. "Tengamos, pues, en gran aprecio la confesión frecuente de nuestros pecados, el examen diario de conciencia y la dirección espiritual" y celebremos el rito comunita– rio de la penitencia 17 • Los hermanos sacerdotes pueden ser autorizados para oír la confesión sacramental de los propios hermanos, no sólo por el 15 Const 105,1. 16 Cfr Const 105,2. 17 Cfr Const 106,1-4. 107
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