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EULOGIO ZUDAIRE HUARTE Un nuevo desplante actuó de catapulta que lanzó al de Bigüézal hasta la corte. Como el duque de Nochera tenía que vigilar y gobernar no solamente la tierra labortana, sino también la costeña de Fuenterrabía y de Pasajes (aun sin los enredos con una bella guipuzcoana), creyó conveniente nombrar un subal– terno que fuera gobernador de todas las armas. Y prefirió por más antiguo, según su palabra, a D. Luis Ponce de León, futuro virrey de Navarra. Razón simulada y no verdadera: «Que no auer entregado los puestos a D. Tiburcio asistiendo en ello y no otro Maestre de campo, no le faltó color» -se escribe en las actas de la «Junta de execución». Adujo el de Nochera como remache de su honradez en el nombramiento, que D. Tiburcio no tenía tercio en dichos puestos (lo que era verdad); y que no era bien «que estando aquí los Maestres de campo de la gente que los guarnece, se la gobernase otro». No hay que maliciar much9 para sorprender las verdaderas razones, que el mismo Nochera acaba por declarar: «A Don Tiburcio le tengo por valiente cavallero; pero los generales debajo de cuya mano ha seruido, pueden testificar de su condición. V. Md. se sirba de tenerlo entendido y hauiendole de hazer merced V. M., combendrá para la quietud de este exército que sea en otra parte» 35 • Caracteres incompatibles. El barón de Bigüézal sintióse agraviado por aquella preterición y requirió del duque de Nochera licencia para regresar a Madrid. Y se la concedió al punto. Sentó mal en la corte que accediera tan de improviso, sin previa anuencia del monarca. Con la retirada del maestre de campo, D. Tiburcio de Redín, y a causa de la roncería de la diputación foral, amarrada al fuero y al contrafuero y vencida por el general descaecimiento del reino de Navarra 36 sintióse- el duque de Nochera tan desasistido que optó por abandonar la tierra labortana ames del otoño del 37. En la junta de guerra de 17 de agosto se le había culpado de las muchas bajas causadas en sus filas por las enfermedades y por las deserciones; pues, siendo como eran soldados bisoños y ne veteranos curtidos, debiera haber mostrado mayor solicitud en acomodarlos en tal guisa que al menos durmieran bajo cubierta y sobre petates 37 • En respuesta a la súbita e improvisada provocación labortana dispondrá Richelieu el titánico cerco y asalto (heróicamente frustrado) a la ciudad de Fuenterrabía. Y entre tanto el maestre de campo general, barón de Bigüézal, D. Tiburcio de Redín, dice adiós a la corte, se recoge a su casa de Pamplona; y a partir del 35. El duque de Nochera, príncipe de Silaal rey; Fuenterrabía, 17 de mayo de 1737:AGS, G.A., leg. 1.202. Al dorso se desaprueba la licencia. 36. En esto no había exageración. A las instancias del duque de Nochera respondió el virrey interino, Ilmo. D. Fernando Andrade y Sotomayor, arzobispo de Burgos, que había hecho esfuerzos sobrehumanos por socorrerle; pero que «formar dos mil hombres donde no los hay, no es acción del poder humano, sino sólo del divino; y el desguarnecer las fronteras quando me toca el defenderlas, no caue en mi obligación»: arzobispo de Burgos al duque de Nochera; Pamplona, 13 de agosto de 1637: AGS, G.A., leg. 1193. 37. Junta de Guerra de 17 de agosto de 1637: AGS, G.A., 1.193. 508 [16]
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