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EULOGIO ZUDAIRE HUARTE Cierto que no será el de Bigüézal general de esta armada, mientras no tome posesión de su cargo; y cierto que aun cuando«v.m. no quiere asentar el título que Su Magd. le dio, como en otro capítulo queda referido», no le parece al señor marqués que vaya a desestimar la merced que se le ha hecho, «juzgándole por Gouernador de esta Armadilla y de dichos baxeles, por ahora». ·En consecuencia, «le ordeno y mando vna y cien veces, en nombre de Su Magd., que si su salud de v.m. diere lugar, los llebe a Rosas v Cadaqués; y que si no le diere, lo haga su Almirante, lebándose quanto antes sea posible, por el mayor y incomparable riesgo de estar sobre tierra y sobre el ancla en playa de perversos fondos ... y advierto a v.m. que en cada caso permite Su Magd. vna representa– zion al superior, y que ésta la tiene y._a v.m. hecha, sobre días de demora v escusa; y si en algo he faltado de responder al papel de v.m. me lo perdone por ser día de purga. Guarde Dios a v.m. Barcelona a 4 de Marzo de 1636. Don García de Toledo Ossorio» 19 • A los nueve días de porfía apelaba el marqués a toda su autoridad. En junta de armadas y en la del consejo de estado de primero de abril de 1636 20 , se examinan los informes del marqués de Villafranca y duque de Fernandina relativos a la actitud de D. Tiburcio de Redín: en un principio se había mostrado celoso del servicio del rey, procurando el abastecimiento de las dos ureas de D. Francisco Messía (o Mexía); pero cuando reconoció era fuerza mantenerlos en Rosas o en Cadaqués hízose el remolón y manifestó su propósito de regresar a la corte. Empeoró la situación cuando los oficiales y demás gente de mar y de guerra se negaron a embarcar, aunque habían cesado los accidentes desfavorables. Y cuando publicó su pregón conminativo el capitán general de las galeras de España, «Don Tiburcio se reduxo a la cama, dando por causa vn leue achaque (que ha dias que lo trahe, sin obligarle a ella)». Ocupó su puesto el almirante Pedro Santacilia, mas no el resto de los tripulan– tes, por culpa de Redín que les había permitido dispersarse o no se había ocupado de convocarles. No pudo el marqués remolcar las dos naos con sus galeras, «porque estaban en adobio»; pero se desprendió temporalmente de 40 de sus marineros, que al fin dieron cumplim1ento a lo ordenado. «Si este soldado ha de continuar su ocupación -termina el marqués en su carta a Felipe IV- importaría que de nuevo V. Mgd. se siruiese mandarle significativamente que obedezca y a quién; y que p·asse en busca de los Nauios a Cadaqués o Rosas, pues por ahora no tiene aquí (en Barcelona) a que atender y en ellos hará falta para qualquier auío que haia de dársele». Expresiones más desdeñosas que galantes con un héroe como el barón de Bigüézal. En rueda de pareceres expresa el cardenal Borja «que don Tiburcio ha excedido en no asistir a sus vaxeles como lo requería el servicio de V. Magd.»; y que se le ha de dar a entender que si no procede con más miramiento en el ejercicio de sus obligaciones «sepa que ha de ser castigado seueramente»; porque en la profesión militar no pueden permitirse a los súbditos interpreta– ciones de inobediencia. Otro consejero, el duque de Alburquerque, conviene en que es preciso hacer notar al caballero Redín que debe obedecer al marqués de Villafranca, si 19. AGS, Estado, leg. 2.657. 20. AGS, Guerra Antigua, leg. 3.167. Mqs. de Villafranca al rey, 8 marzo 1636. 502 [10]

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