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EULOGIO ZUDAIRE HUARTE «Confío enteramente cumpliréis con vuestras obligaciones, como lo haueis hecho siempre». Debe mantener toda buena correspondencia con su almirante, D. Pedro Santacilia 16 y guardar toda estimación a su persona, por la satisfacción que de él tiene su majestad y por lo mucho que puede auxiliarle en su cometido, como buen conocedor de Cataluña y de las costas francesas. «Dat. en Madrid, a 21 de Octubre 1635. Yo el Rey (Rub.). Hay un sello de placa del rey Felipe IV. Gerónimo Villanueva» (rub.) 17 • Escribe el P. Aspurz que luego de llegado Redín a Cataluña recibió un primer desplante: ni el virrey, duque de Cardona, ni el veedor general, Pedro de Maldi, se avinieron a asentar su título y nombramiento en el registro oficial de sueldo. «Por fin, en los primeros días de marzo de 1636, pudo don Tiburcio ver asentadas sus cédulas en los registros del veedor, por orden del marqués de Villafranca y duque de Fernandina; pues ahora fue él quien se negó a ejecutar– las por meros piques de honor militar» (ob. cit., p. 76). Lamentablemente no se aduce prueba documental. Y el incidente es grave. ¿No habrá habido confusión con otro episodio? ¿Cómo puede un virrey desobedecer ni sobreseer (salvo raras excepciones) órdenes tan precisas de su soberano? Y ¿ quién era el marqués de Villafranca para imponer orden ninguna a quien no era su subordinado? En oficio acuciante del 4 de marzo de 1636 enrostra el duque de Fernandina al gobernador de la armada, D. Tiburcio de Redín, su reciente proceder. El día 25 de febrero habían fondeado en la playa de Barcelona, a su regreso de Italia, dos ureas de D. Francisco Mexía, destinadas a la armadilla que se. estaba aprestando. Temeroso de que se descuadernaran, por dificultad en el anclaje, como había sucedido con la otra, mandó el de Villafranca que inmediatamente se desatracasen y tomasen el rumbo de Cadaqués o el de Rosas. Alegaron oficiales y tripulación que no embarcaban mientras no se les suministrasen las vituallas para la travesía, en la misma playa; no en alta mar, desde alguna galera. Recurrió D. Tiburcio al virrey Cardona y al t~sorero y veedor de Cataluña en demanda de provisiones: excusóse el primero «por la orden que v.m. tiene de Su Magd. »; y se inhibió el segundo por no haber recibido ninguna de sustentar– los. Acudió el de Villafranca, ante el riesgo inminente de perderse los dos bajeles y los cargó de bastimentos para un mes, sacados de sus galeras. Y el uno de marzo por la noche convocó a Redín y a Santacilia para acosarles nuevamen– te. Al siguiente, día dos, cuando parecía estar todo a punto, cursó por escrito a Redín este oficio: «V.m. los haga partir, porque si se pierden, no lo han de hazer por mi cuenta; y basta lo que se han detenido sin orden». Aquella noche fue el tiempo tan desapacible que «diera yo -escribe el de Fernandina al barón de Bigüézal1 8 - por que los dichos dos Navíos no estubie- 16. A Pedro Santacilia se le encomendará (año 1637) la misión, ardua y delicada, de alistar 500 dragones en el principado de Cataluña para el socorro de Italia. Participará en la defensa del Rosellón; y desde 1641 procurará, con una sección de bergantines, el socorro de los sitiados de Tarragona y la evacuación de sus enfermos a Vinaroz. 17. Ynstruccion a Don Tibun,io de Redin, a quien V. Magd. ha nombrado por Gouerna– dor de la armada que se ha aprestado en Barcelona de los Pontones y otras embarcaciones: A GS, Estado, leg. 2.656. 18. D. Tiburcio de Redín heredó, a la muerte de su hermano D. Miguel Adrián, con el mayorazgo la baronía de Bigüézal y el acostamiento, por decisión real, de 40.000 maravedíes que aquél disfrutaba. 500 [8]

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