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EL CAPITÁN PEDRO DE URSÚA, SEÑOR DE URSÚA barruntaba dolencia insanable la rivalidad de estos soberanos y ocasión pro– picia para asegurar y aun ampliar sus dominios. Pero la repercusión de aquella Guerra de los Cien Años, en la política peninsular, la complejidad inextri– cable de las relaciones navarro castellano aragonesas y hasta el infortunio de que dos de sus agentes secretos, Jacques de Rue y Pierre Du Tertre, fueran sorprendidos por Carlos V de Francia, zarandearon tan despiadamente a Car– los II de ,Navarra, que sólo un espíritu radicalmente marrullero, más que belicoso (que también lo era) pudo aguantar tantos embates hasta el des– plome. 3 Descanso de Carlos II es la intriga. Apenas llegado a Pamplona comien– za a fraguar alianzas con Pedro I de Castilla con el propósito de reconquistar las plazas que le había arrebatado durante su ausencia Pedro IV de Aragón. Por el mes de febrero del 62 le trasmite sus planes con el embajador extra– ordinario Martín Enriquez de Lacarra, alférez real. Y por las mismas fechas nombra maestro de ballesteros ( o ministro de armamento) a mosén Miguel Sánchiz, señor de Ursúa, elegido pocos días antes alcalde de corte, con el rango feudal de caballero gentilhombre ( 2 de febrero del 62). Testimonio evidente de confianza en quien venía poniendo la hacienda y la vida por su rey. Recientemente había ordenado Carlos II al baile de Tudela entregarle 13 moltones 4 y 2 reales francos en compensación de ciertos anticipos que su alteza fue perdiendo a los dados la víspera de Navidad. A petición del maestro de ballesteros del rey se van librando, del ramo de guerra, sucesivos pagos a mazoneros, herreros y carpinteros por sus tra– bajos en los castillos de Pintano, Ruesta y Salvatierra; y a herreros, carpin– , teros, fusteros y cordeleros por su labor artesana en labrar y montar balles– tas de torno y de estribera y por sus diestros afanes para equipar de saetas a los mesnaderos con sus huestes. Sin previa declaración de guerra, se puso el rey de Castilla sobre Cala– tayud y el de Navarra sobre la villa de Sos con amenaza de avanzar contra Jaca. Carlos II, en desafío que envió al de Aragón, echóle en cara haberle desamparado cuando el francés le tenía prisionero. 5 Por su contribución a la empresa, premió el monarca navarro al caba– llero de Ursúa con los bienes que en Cortes tenían el conde de Luna y Martín Ximeneiz y con la capitanía de la villa de Olite, que le vale, por sus gajes y los de sus gentes, no pocos florines y libras de carlines prietos y en la que 3 José Ramón CASTRO, Carlos III el Noble, Rey de Navarra (Pamplona, 1967). José M.' LACARRA, Historia del Reino de Navarra en la Edad Media (Pamplona, 1975). E. LAVISSE– A. RAMBAUD, Histoire Générale, t. III. 4 Moltones (moutons), moneda de oro acuñada por Juan II Valois, con el "Agnus Dei" por emblema. 5 J. ZURITA, Anales de Aragón, lib. IX, cap. 50. [3] 143

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