BCCCAP00000000000000000001274

EuLOGIO ZunAIRE HuARTE yorazgo de Ursúa (hasta el siglo XIX) pasa el apellido a escudero de los Bucarelli, tan insignes vasallos del borbón Carlos III: JOSE FRANCISCO -BUCARELLÍ Y URSUA, marqués de Vallehermoso, conde de Gerena, vecino de Sevilla, señor de los palacios de Ursúa, Arizmendi, Genthaine, Nas y Utalcoa; FRANCISCO DE PAULA, Teniente General del ejército, virrey de Navarra (1773-1780); ANTONIO M.a, Tte. Gral. y virrey de Nueva España (1771- 1779); y Nicolás Bucarelli y Ursúa, Teniente General de los Reales Ejér– citos. ANTEPASADOS DEL CAPITAN PEDRO DE URSUA 1. MIGUEL SANCHIZ DE URSUA, SEÑOR DE URSUA. Su rango de escudero real no es tan vinculante que le impida trepar a los árboles para cazar un azor primo en el monte de Ibarrola y vigilar el nido de criazón, con que alegrar la cetrería de su rey y señor. El tesorero del reino le premia con 30 sueldos carlines, que partirá a medias con el escudero Ochoa de Joaon– sarás, su asociado en la misma aventura (año 1353 ). Por su lealtad a la corona, tampoco le duele prestar 500 escudos de oro a Carlos II, que bien los ha menester para la defensa de sus intereses ultrapirenaicos. Se juzga el monarca, como descendiente de Felipe IV el Hermoso, con más derechos a la corona francesa que Juan II Valois; y teme, con justa razón, por sus pose– siones de Normandía, estimadas, como el propio reino de Navarra, parte de sus bienes patrimoniales. No consta si el escudero Miguel le acompañó en la brutal represión de la jacquerie; aunque bien pudo suceder, puesto que tomó parte, con las mesnadas de Carlos II y de su hermano Felipe, en la operación inmediata de la conquista de Melun. El rey navarro que, el primero de agosto, había reconocido a Eduardo III de Inglaterra su derecho a la corona fran– cesa, a cambio del ducado de Champaña y de la mutua coalición, entrega el 20 del mismo mes del año 1358 al Delfín Carlos la plaza de Melun y firma con él la paz de Pontoise. Al escudero Miguel Sánchiz de Ursúa premia, por sus servicios en aquella ocasión, con las rentas de los molinos y censos de Mayer o Maya y de ciertas bustalizas y herbajes del valle de Baztán, más 20 libras anuales ( 10 de septiembre de 1359). Con los dobles pactos debió de dar por garantizada la paz y sin apremios la real hacienda, puesto que mandó reintegrar cien escudos, de los 500 que le había prestado, a Miguel Sánchiz de Ursúa; y tras su entrevista en París con Juan II Valois, aún con– signó los 400 restantes sobre el vizcondado de Valognes ( 16 de diciembre de 1360). Por noviembre de 1361 regresó Carlos II a Navarra, un tanto amosta– zado por la paz de Brétigny que dejaba en entredicho sus tercerías diplomá– ticas con los monarcas británico y francés. No renunció a ellas, porque 142 [2]

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz