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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL «ma¡aderos» conservados en el Museo Etnográfico de Lecároz, procedentes también de la citada isla del archipiélago carolino; uno de ellos es de marfil y el otro de piedra arenisca, ambos bien tallados y pulimentados. Naturalmente, con medios tan primitivos, la harina se mezclaba con la cáscara de los granos y con el polvo y trozos de piedra que con el esfuerzo molinero tenían que desprenderse, y el pan era de muy baja calidad. Se cita el hecho de que algunas tribus mozambiqueñas de nuestro siglo presentan en los años avanzados los diente~ totalmente desgastados, debido segura– mente al pan tan áspero que tenían que masticar, llegándose a calcular la edad de estos indígenas, por el desgaste más o menos profundo de su den– tadura. En la figura 6.\ tomada de la Enciclopedia Treccani, puede _verse a una negra en su esfuerzo por pulverizar los granos en uno de estos primi– tivos tipos de muela harinera. De aquí al molino de ma,no de piedra giratoria, no hay más que un paso. Pronto se adivinó que era de mayor utilidad hacer girar la piedra superior sobre otra fija, que proporcionarle simplemente un movimiento de vaivén (figura 7 .ª). Se ignora la comarca y época de esta novedad; parece que los hebreos la conocieron desde época muy remota. Citas, como la de Sansón 3 , no son definitivas, porque allí se habla solamente de que se empleó a Sansón en su cautiverio en moler grano,, y nada más. Hay quien interpreta que el hecho de haberle sacado los ojos no fue un simple castigo, sino más bien una preparación para su trabajo de molinero, en giro constante en torno a la piedra de moler y expuesto a un seguro mareo. Ya antes, en su peregrinar por el desierto, reducían los israelitas el maná milagroso a fina harina, cociéndolo después en ollas y haciendo así unas pequeñas tortas de sabor a pan amasado con aceite 4 ; constaba este molino de dos piedras desiguales: la inferior estaba fija en el suelo y tenía un relieve cónico, donde encajaba la superior, llamada simplemente muela; el grano se introducía por el orificio situado en el centro de la piedra móvil, y se le ponía en movimiento, mediante una palanca clavada en la mitad de su radio (véanse las figuras 8.ª y 9.ª). Dado que se molía todos los días antes de la preparación del pan, el rechinar del molino era un sonido familiar en tiempo de paz. En su profecía contra Judá, Jeremías dice que el Señor apagará el sonido del molino y la luz de la lámpara, doble signo de vida de una casa 5 • 220 3 Jueces, 16, 21. 4 Números, 11, 8. 5 Jeremías, 25, 10. [2]
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