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VmAL PÉREZ DE VrLLARREAL dedicado a la molienda del trigo que hace muchos años no se cultiva por estos lares (figura 84) . Y no termina aquí el conjunto de máquinas molturadoras de los pue– blos y gentes de Baztán. «Tras os montes», que dirían los que por necesidad supieron en años pasados algo de estas tierras, en la zona de Olabidea hay mucha población, y, efectivamente, guiado a distancia por Vicente Echenique, el molinero de Iezábal, y por mi compañero en la vida colegial, don Benito San José, pude localizar los molinos siguientes: Infernuko errota, Indartea y Ganainea, todos a la vera de diferentes regatas que tienen su origen en las estribaciones de la cadena montañosa coronada por la cumbre de Legate. El molino primeramente citado, Infernuko errota, tiene sabor único: ni posee presa, ni canal de alimentación; aprovecha una hermosa cascada de la regata llamada del Infierno, para mover la aceña o rueda hidráulica; un inge– nioso mecanismo eleva la rueda lo suficiente para imposibilitar su funciona– miento o la introduce en el punto más eficaz de la ca~cada, para poner en marcha el artilugio artesanal. El edificio se halla sobre un puente de madera colocado de parte a parte de la regata y casi todo él está construido también de madera. Su aspecto es de lo más simpático y original. Se encuentra en el límite mismo de las tierras de Baztán, cara a Echalar, y sus aguas son reco– gidas inmediatamente por una empresa hidroeléctrica para fines industriales. Tiene un solo par de piedras y está totalmente en desuso y amenazando ruina total. Es el que más debería conservarse. Para su visita, se cuenta con una estrecha carretera, bastante bien preparada, que, partiendo de Otson– do mismo, termina en la horda de Etxebertzea. A partir de aquí, y, siguiendo siempre la dirección de la regata principal, a los quinc~ minutos largos a pie, se llega al citado molino, Infernuko errata ( figura 85). El molino de Indartea se encuentra junto a la borda del mismo nom– bre, y, al igual que el anterior, pertenece a porcionistas de Lecároz. Uno de los inquilinos de dicha borda, Paulino Lecumberri, tuvo a bien dejar sus habituales trabajos y acompañarme por todos aquellos rincones; el molino de Indartea, perteneciente a más de cuarenta porcionistas, posee un solo par de piedras; es de pequeñas dimensiones y se dedicó exclusivamente a moler grano para pienso de animales. Se conserva en buen estado, pero en total desuso desde hace tiempo ( figuras 86 y 87). El buen Paulina Lecumberri de Indartea, aprovechando el ofrecimiento de mi compañero a quien agradezco, Padre Antonio Goñi, nos acompañó en automóvil por las nuevas pistas, algo descarnadas por las recientes lluvias, hasta Obenea, que, aunque está en término de Echalar, forma una aguda punta en región baztanesa y la mayor parte de sus clientes han sido bazta– neses. Es un hermoso edificio algo abandonado en su conservación, con dos pares de muelas; una, la del trigo, como de costumbre, en desuso, y la 246 [28]

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