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VrnAL PÉREZ DE VILLARREAL parte superior de la muela. Los surcos de ambas muelas (volandera y sole– ra) se disponen de forma similar, y pasan los unos por encima de los otros durante la operación molturante, formando ángulos variables a modo de tijeras o cizallas. El grano es, pues, despedazado primero por las ranuras, y luego molido por las partes planas de la superficie de las muelas. Picado de las muelas Un par de muelas no puede trabajar durante muchos días seguidos y es preciso renovar las superficies molturantes de ambas con una técnica sen– cilla y a la vez delicada: el picado de las piedras. Se levanta para ello la tolva con su soporte; se retira el encajonado de cierre de las muelas y, mediante dos clavijas de hierro (burdín) se sujeta la piedra volandera al arco de hierro que pende de la grúa giratoria adya– cente a la piedra molinera ( peskantia); elevada la muela superior conve– nientemente, se le saca de la superficie de la solera y, girándola sobre el eje formado con las dos clavijas, se le apoya sobre el burro de madera (asto) que en todo molino aparece en las proximidades de su entrada. Con esta operación el molinero tiene a su disposición las dos superficies molturantes y puede proceder a su renovación (figuras 43 y 44) . La operación de picado se hace con diversos accesorios: a) Cinceles: barritas de hierro o de acero, afiladas por uno de sus extremos en punta aguda o ancha, que se sujetan con una mano, aplicándolos sobre el punto que se quiere atacar y se golpea en el extremo opuesto (cabe– za), con un martillo de cantero. b) Martillos: pueden ser de puntas agudas ( mallu pikotxa), de bocas planas ( mallu bufarda) y de boca intermedia, entre aguda y plana. · 234 [16]

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