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RECUERDOS DE NAVARRA EN FERNÁN CABALLERO ancha herida en su costado, por la que vertía sangre a borbotones, le dijo con semblante sereno: -Mi general, vengo, en mi nombre y en el de mis compañeros, a pedir a vuecencia una gracia. -Habla -contestó sorprendido el general. -·-Señor -repuso el navarro-, quisiéramos ser fusilados por los espa- ñoles y no por los ingleses. -No puedo concederte lo que me pides -contestó admirado y enter– necido el general-, puesto que no lo vais a ser. Lo que seréis ahora mismo es curados y asistidos como hombres, como españoles y como valientes que sois.» En nota asegura Fernán Caballero que «este hermoso sucedido, que honra tanto al vencedor como al vencido, ha sido referido al autor por el mismo general que en él actúa, el señor conde de Clonard». «Este es Ramón -continúa la carta-, el cual, después de canjeado, se reunió a mi padre y, muerto éste, no ha querido abandonarme. Ya ves si tengo razón en decir que somos dos manos, una más fina, otra más callosa, que impulsa un mismo sentir y una misma voluntad.» (III, 151-152.) Firma la carta Carlos. Y por lo que en otros lugares de ella se nos dice, sabemos que el amo actual de Ramón ha vivido expatriado en París, que el Señor ha sentado su mano sobre su estirpe, pues ha visto morir a sus dos hermanos «en la gran lucha de principios» que volvió a teñir de sangre el suelo aún húmedo por la vertida al expulsar a las poderosas huestes del gran usurpador; ha visto bajar en la flor de su vida a la tumba a esos dos héroes, sin que la señale un epitafio que recuerde su nombre ilustre ni una cruz que atestigüe que eran cristianos. ( III, 151-152.) En uno de los relatos breves, en el titulado La corruptora y la buena maestra, salta la noticia de que en Francia el nuevo Napoleón va a hacer guerra por el Norte. -Pues dígale a usted -dijo una pobre mujer que había perdido un hijo en Navarra y otro en Africa- que las tales guerras son una barbaridad si las hay. (IV, 426.) [7] 325

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