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NAVARRA EN LA OBRA DÉ EDUARDO MARQUINA prados y bosques, con su fauna, con sus hombres y mujeres, con sus pueblos. La segunda parte, titulada «.trascender», dedica una sección al ciclo carolin– gio; otra, a Sancho el Mayor, y otra, a las ruinas en la montaña. La tercera parte, titulada «durar», va consagrada a Santa María de Roncesvalles. Imposible reflejar en pocas ni en muchas páginas las bellezas encerradas en el libro. Su lectura no puede suplirse con ninguna exposición. Con todo, intentaremos apuntar algunos de los pasajes que más pueden interesar al lector de Navarra, para suscitar el deseo de aquella lectura completa. En el prólogo recuerda a su Musa montañera, cuya voz, diez años antes, había sido guía del poeta en los retamares, bajo los pinares de su tierra catalana 5 • Ha vuelto a hallar o desea hallar a la Musa montañera en las alturas de Roncesvalles: ¡ Milagro sería que hoy te tropezara sin melancolía • por estos oteros, entre estos gañanes! A las voces del poeta responde otra voz serena desde el hayal: Tengo una rapaza que es codiciadera; se lava en las fuentes, duerme en la ladera; con su mano grácil sacude la esquila de la yegua madre que pace tranquila; cuida de los nidos en los matorrales, pone guijas blancas en los manantiales, anda a pasos quedos por la hierba sorda, y donde hubo fuego sopla la ceniza; mulle a los chivatos el heno en la borda; cuando ve pastores, les da en la pelliza. . . . Como es mi apariencia primera y graciosa, me rozo por ella con la turba humapa; y nada le piden viéndola piadosa, si no es que a diario les llene, hortelana, de flores olientes o fruta sabrosa la cesta de mimbres o el halda de grana. ( 647-648) ... Mira que no en vano, por estos rincones, dejaron un día, milagrosamente, la Francia sus huesos, y Roldán, su maza. 5 Imagino que se refiere a su obra Elegías, cuya segunda parte se titula "En la montaña" (VI, 177). [3] 233

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