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P. ANSELMO DE LEGARDA varra, si bien en sus descendientes se mezcló sangre del Cid y sangre de Reyes 3 • TIERRAS DE ESPA~A Si, antes de abrir este libro, buscáramos algunos juicios críticos, se nos diría que es el libro poético más importante de Marquina, que el autor se muestra como poeta civil, como cantor de España, de su tradición, de sus gentes y problemas. Y al acabar de leer el libro, solamente estaríamos de acuerdo en que realmente es un libro poético muy importante, el más impor– tante del autor. Comprobaríamos también que el título es un tanto desorien– tador, pues no canta a las tierras de España en general, sino muy particular– mente a las tierras de Navarra, sobre todo a las próximas a Roncesvalles. Me pregunto si no será éste el mejor poema o colección de poemas que se ha escrito sobre Navarra 4 • El libro (VI, 643-765) lleva al fin la fecha de su composición: Ron– cesvalles, 1912; Madrid, 1914. Y en Madrid se imprimió en 1914. Va estructurado en un prólogo y tres partes. La primera, titulada «ser», nos ofrece la visión de las tierras cercanas a Roncesvalles, cercanía en que el poeta debió de pasar varias semanas del verano de 1912. Contemplamos los 3 Véase José María LACARRA, Historia política del Reino de Navarra, desde sus orí– genes hasta su incorporación a Castilla, vol. I, Pamplona, Ed. Aranzadi, 1972, pp. 296-297 y 330. Véanse igualmente las páginas de don Ramón MENÉNDE-z PIDAL, así las que comen– tan el Cantar, como las de La España del Cid. Y no hay que olvidar a Antonio UBIETO ARTETA, Observaciones al "Cantar de Mio Cid", en la revista "Arbor" 37 (1957), número de junio, 145-170, sobre todo lo relativo al parentesco de los reyes de España y al topó– nimo Navarra. 4 Es sorprendente el mal humor de Julio CEJA!loR Y FRAUCA, Historia de la Lengua y Literatura Castellana. t. XI, Madrid, 1919, p. 249. No guiso entender el libro: Lo que es España no lo siento al leer la primera parte: solamente hallo algunos nombres de pueblos de Navarra y el "ay-dá" de los "gizones". A Cejador todo se le va en denuestos del modernismo y del afrancesamiento. Al fin halla algún consuelo: "Gracias que en la leyenda de "Santa María de Roncesvalles" Marquina sigue siendo poeta español". Eduar– do JuLIÁ MARTÍNEZ, en 1942, en la revista "Cuadernos de Literatura" dedicaba un largo estudio a Eduardo Marquina, poeta lírico y dramático, y a propósito de lo nuestro, en la página 118, se limitaba a decir que "así derivaron los poemas geórgicos hasta el libro Tierras de España". A raíz de la muerte de Marquina, Gerardo DIEGO, Eduardo Marquina (1879-1946), en "Revista de Indias" 7 (1946) 1037, puntualizaba: "En cambio, si la cálida difusión en los ámbitos teatrales ha favorecido la fama del poeta, ha oscurecido, por contraste, otras inspiraciones suyas de la mayor alteza, confiadas primero. a la recitación y después a las páginas dél libro. Tal sucede, dentro del ciclo patrio, sentido geográfica e históricamente, con el poema dilatado de "Tierras de España", en que la de Navarra caldea su verbo y le eleva por momentos a una soberanía expresiva, digna de la ex– celencia del motivo. He aquí cómo canta la impaciencia de la unidad espiritual de la dispersa España, postulada desde las cumbres pirenaicas: Porque estos remansos quedos ..." Cita cuatro estrofas (VI, 724). En la revista "Príncipe de Viana" 7 (1946) 844, última página, se consignaba que en la prensa del 22 de noviembre se comunicaba la muerte repentina del gran poeta don Eduardo Marquina, en Nueva York. 232 [2]
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