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NAVARRA EN LA OBRA DE EDUi\RDO MARQUINA Y sería una fiesta religiosa. Os saldrían al paso, las viejucas, desde sus portaladas; y. vuestros cascabeles bruñidos soñarían a rebato de raza, por estas hondonadas. Sería justo. Entrambas merecéis la corona que consagre, en vosotras, los signos del linaje; porque sois, en el carro, bajo el común rendaje, la cachaza latina, la fiereza vascona. - Porque más que en la Historia, que es un eco moroso, trascendiendo a sepulcro, cuando los· hechos narra, vi estar vivo, en vosotras, vuestro pueblo glorioso: la sangre en llamaradas y la sangre en reposo que son toda Navarra. En «Renovación» ( 671-674) 1 nos refiere sus andanzas por los caminos, sus encuentros con la get1te del pt1eblo y con sus poblados. Pequeñas marchas hice: yo las haré mayores: conoceré de vista todos estos pastores; me habrán hablado todos, cuando salga de aquí; el camino que lleva del alto de Ibañeta al redondel de piedras del romo Orzanzurieta, por las pasadas que hice, se acordará de mí. Más arriba, al com~ntar «Juventud de la Tierra», he apuntado que Eduardo Marquina, al comienzo de la cuarta década de su vida, debió de sentir cierto hastío del que quiso curarse en Roncesvalles. «Renovación» nos certifica ahora que no iba descaminada la sospecha: el poeta busca alivio en el contacto con la naturaleza, en el trato con cabreros y carboneros de carne y hueso, no censados en la Arcadia idílica; aprende a dar con el jarro de leche en las chabolas solitarias y a ·dialogar amigablemente con su dueño cuatro días más tarde en el ferial. En la cuarta estrofa nos da razón del título del poema: [U] Renqvará, en los usos, mi vida sus caudales; tantos rústicos modos me serán naturales, me olvidaré el cansancio que traía de mí; tantas palabras muertas encontraré aquí, vivas, y haré acopio tan grande de formas expresivas, que no he de ser el mismo cuando salga de aquí. 241

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