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p. ANSELMO DE LEGARDA En «De una ternerilla» ( 663-666), con el poeta y con su mujer, asis– timos a la emocionada historia que un boyero cuenta de la ternerilla esbelta, de su madre y de su abuela. Las palabras del boyero son una lluvia de elogios de su ganado. Recuerda con gozo el día en que compró a la abuela de la ternerilla. Hija es de aquella falda, metida en robledal hasta los prados; y la compré en Garralda, que manda a los mercados lo mejor del Ayezcua en sus ganados. Al caballo lo admiramos en obras maestras de pintores y escultores. En la historia de la literatura hay páginas famosas dedicadas a él. Entre las muestras de una antología equina hallaríamos a Job con su descripción del caballo de guerra, a Virgilio con sus instrucciones para la cría y sus hexá– metros de la carrera, a Céspedes con sus reglas para pintarlo, a Santos Cho– cano con su elogio de los caballos de los conquistadores, y a otros muchos. Eduardo Marquina nos contagiaría su emoción y el placer estético que le invadió ante los bellos ejemplares distintos contemplados en las cercanías de Roncesvalles. Nos legó un cuadro imperecedero con su « Yeguada en el bos– que» ( 666-670). Comienza así: 238 Nieta de otras que a Roma llevaron las legiones y que en su estampa fueron ejemplar soberano para un caballo en bronce de emperador romano, cuando Galba a Germanía batió con sus vascones, esta yegua solemne, de pelaje sombrío, unge de calma antigua sus pisadas morosas, y parece que agite, cuando bebe, en el río, yo no sé qué Leteo de linfas misteriosas. Y esta roja tresalba que, toda fuego, ostenta, sobre tres de sus cascos, tres dedadas de nieve, cuyas crines evocan un soplo de tormenta, y a relinchar tres veces se para cuando bebe, menos recia de grupa, más batida de ijares, tiene un bélico lampo de sangre cuando mira; porque, en línea directa, perpetúa la ira de aquellas que batieron a Roldán y sus Pares. Las dos gozan prestigio de mando en la yeguada; la tresalba, en las marchas; la negra, en los reposos; y no hay línea, en las otras, atrevida o forzada, que ellas dos no la encierren en sus cuerpos colosos. [8]
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